Villaviciosa,

Mariola MENÉNDEZ

Villaviciosa tiene una importante cantera en el arte milenario de la taracea, que día a día gana destreza y es capaz de realizar espectaculares incrustaciones con madera, gracias a los consejos de Lola Lozano, su profesora. La experta explica que esta técnica, originaria de Mesopotamia y Asia Menor, permite crear verdaderas virguerías, principalmente en muebles. Apunta que la taracea llegó a España a través de los árabes, quienes la denominaban «tarsia» (incrustación). Esta tradición aún se mantiene con fuerza en Andalucía, donde también trabajan con otros materiales como hueso, nácar y piedra. Lozano agrega que los monarcas franceses Luis XIV y XV fueron pioneros en aplicar esta técnica de chapeado a la decoración de muebles.

En el norte de España parece que la taracea no caló fuerte y prueba de ello es que Lola Lozano no tiene conocimiento de que en Asturias se impartan cursos de este arte además del que imparte ella los lunes y los miércoles en el Ateneo Obrero de Villaviciosa. De hecho, afirma que le resulta complicado encontrar en el Principado material para trabajar. En sus clases utilizan láminas, con un tamaño de 0,60 milímetros, de todo tipo de maderas (tilo verde, olivo y castaño, habitualmente), teniendo en cuenta el color y las vetas que sean más acordes con el trabajo que se vaya a desarrollar. No obstante, si se necesita un tono diferente para crear la sensación de volumen en la pieza, también se recurre al tostado de la madera con partículas de cristal o arena de sílice. Para que los cortes sean más precisos se utiliza el bisturí quirúrgico.

Lola Lozano explica que una vez que se dibuja el diseño en la lámina de madera se va recortando cada pieza para hacer una especie de «collage». Los límites los marca la creatividad de cada artesano, cuyo gran reto suele ser llegar a revestir muebles; a eso es a lo que también aspiran los alumnos de Lola Lozano. Victoria Álvarez es una de ellas y asegura que tiene pensado aplicar esta técnica a una mesa. Cuenta que se inscribió en el curso por «curiosidad» y la amistad que le une a su maestra. Entonces no se imaginaba que pudiera realizar tan espectaculares labores. «Me relaja, aunque soy muy nerviosa. Hay que tener mucha paciencia y lo bonito de esto es no tener prisa y que rápidamente ves el trabajo», indica.

Victoria Álvarez fue la que le metió en el gusanillo en el cuerpo de la taracea a José Poladura. Asegura que cuando se inscribió en el curso «no tenía ni idea de qué era» este arte milenario que le terminó enganchando. «Aquí te pasan las horas voladas y en casa te dan las cuatro de la mañana y no te das cuenta». Poladura aspira a chapear una mesa o una cómoda pequeña.

Los compañeros y la maestra destacan de Teresa Mieres que a pesar de ser la primera vez que realiza un curso sobre taracea «es muy buena». La razón parece estar es su paciencia y que es «muy fina cortando». Ella también resalta de esta técnica que «ves un resultado bonito rápido».

Lola Lozano impartirá un nuevo curso, también los lunes y miércoles, pero en horario de cinco a siete, en el Ateneo Obrero de Villaviciosa.