Dicen que a quien le sucede algo gordo, ya sea una gran desgracia o un enorme alegrón, un año después del acontecimiento tiene el ánimo de siempre. Es decir, que a quien le toca la lotería, si es un triste, en un año o así será un triste con pasta y, al contrario, quien pierda un brazo, si es una persona enérgica y peleona, en doce meses se convertirá en la misma persona pero sin un brazo. Esto es bueno para los que tengan virtudes, como el lugonense Narciso Alonso, piloto, cazador, pescador y muchas cosas más que hace más sin un brazo que nosotros con los dos, y quizá malo para esas otras personas que lo ven todo de color gris oscuro tirando a negro, ya sean ricas o pobres, guapas, feas, mancas o cojas. En cualquier caso, y para evitar que las alegrías o las desgracias nos pongan a prueba, supongo que es mejor apuntarse al colorido que a la vida gris. Lo decía el protagonista de la película coreana «Old Boy» (muy burraca, por otra parte): «Ríe y el mundo reirá contigo; llora y llorarás solo».