Villaviciosa,

Mariola MENÉNDEZ

Villaviciosa vive estos días con intensidad su Semana Santa y lo hace, un año más, pendiente del cielo, con la esperanza de que la lluvia dé una tregua a las procesiones, con gran tradición en el concejo maliayés. Aunque sí lo hizo el martes, ayer, el tiempo no perdonó y, después de tener toda la tarde en vilo a la cofradía de Jesús Nazareno, sus responsables tuvieron que tomar la siempre dolorosa decisión de no sacar las imágenes del templo para evitar su deterioro y celebrar los oficios religiosos, más deslucidos, bajo techo, en la iglesia, a salvo del diluvio que estaba cayendo en el concejo desde las seis de la tarde.

Así todo, la representación de El Encuentro se desarrolló en la parroquia, aunque este año fue de forma estática porque el reducido espacio hace temer porque se venga a bajo alguna imagen, pues ya estuvo a punto de ocurrir en otras ocasiones. La intensa lluvia desanimó a muchos devotos, ya que en años anteriores, cuando hasta última hora no se decidía si la procesión salía o no, la iglesia estaba abarrotada.

Las celebraciones del Miércoles Santo en Villaviciosa evocan el camino que Jesús emprendió desde Jerusalén hacia el Calvario, cargando con la cruz en la que posteriormente recibió una muerte vil, según recoge la tradición cristiana. Se representan los tres encuentros que Cristo tuvo en su trayecto.

Uno de ellos, con la Verónica, que salió valiente al paso de Jesús para limpiarle el sudor, las lágrimas y la sangre de su rostro con un paño. Se cuenta que la imagen de la cara del Señor quedó impresa en aquel lienzo y así lo representa el propio paso, en el que cada año participa el conocido gaitero José Ángel Hevia, que ayer volvió a cumplir con la Semana Santa de su tierra natal, de la que es gran devoto.

En su camino, Cristo también se cruzó con San Juan, el único discípulo que le fue fiel. María, por último, sintió como madre el estremecimiento y el dolor de ver el sufrimiento de su hijo cuando se dirigía al monte del Calvario. Su macabra experiencia allí es lo que representan los oficios religiosos de hoy con la procesión del Calvario.

El predicador, Jaime Díaz Pieiga, jefe de estudios del seminario de Oviedo y párroco de santa María del Naranco, destacó en el sermón que «por puro amor y amor puro Jesús soportó burlas y vejaciones» y fue también por amor la razón por la que murió. Díaz Pieiga agregó que el de Cristo es «el mayor drama de la historia: Dios muriendo en la cruz».