El auténtico termómetro de nuestra situación económica y social no lo encontrarán ustedes en las páginas dedicadas a Economía o Política, sino en las de Sucesos. No hay nada tan expresivo de lo mal que van las cosas como una noticia sobre el robo de una veintena de bañeras reconvertidas en abrevadero para, se supone, venderlas como chatarra. Si hemos llegado a este extremo y aún no hemos tocado fondo, como me temo, es que estamos bien jodidos. La historia es digna de figurar en una película de Vittorio de Sica, una nueva versión de «Ladrón de bicicletas» con un grupo de raterillos recorriendo los campos en busca de una bañera, y un pobre ganadero que tiene que perseguir a sus vacas porque los ladrones, siempre tan desconsiderados, se han dejado la portilla abierta. Nuestros tiempos vuelven a ser los del Neorrealismo, por mucho que se empeñen Hollywood o el Gobierno central. Otra cosa es que hayan robado las bañeras con otros fines. Casi me da miedo pensar en esa alternativa.