Pola de Siero,

Manuel NOVAL MORO

La generación del 78 de Pola de Siero ha conseguido convertir en tradición un acontecimiento que comenzó siendo una modesta cena de amigos y se ha convertido en otra cosa. Creció en número y hasta el nombre ha dado de sí. Primero fue cena, a secas, después pasó a ser «la cenona», y a la última edición, celebrada el sábado en el restaurante Arbesú, de Santa Marina, ya la andaban llamando «la cenísima».

La cosa comenzó en 1996, cuando un grupo de chavales de La Isla decidió juntarse dos veces al año para cenar. El primer salto cualitativo tuvo lugar en 1999, cuando el grupo comenzó a ser asiduo del bar Gasoline, Gaso para los de casa, y empezó a apuntarse gente por generación espontánea. Hasta ahora se han sentado a la mesa unas 140 personas cercanas a aquella generación. En un principio, las cenas se hacían en bares de la Pola, pero después la cita se salió de madre y comenzó a hacerse en lagares del entorno, a los que iban en autobús.

Con el tiempo fueron surgiendo, además, novedades, casi siempre relacionadas con el cachondeo. Propusieron homenajes sui géneris, como el del bigote, en el que era condición indispensable para ir a la cena llevar un buen ejemplar entre la nariz y el labio superior, o el del Varon Dandy (todos acudieron repeinados y oliendo a la exquisita fragancia, con la que, además, iban regando al resto). También tuvieron su día de gloria el pantalón de mahón y la alpargata de camping.

En todo este tiempo han conseguido institucionalizar un uniforme: un polo amarillo canario con la leyenda «Achuchando la maquinita», una frase típica que suele usar el alma máter de «la cenona», Roberto Presa, cuando hace las veces de DJ.

El siguiente paso, en 2008, fue aceptar a las mujeres, que no sólo se sumaron a la iniciativa sino que crearon la suya propia, una «cenina» femenina a la que acudieron 56 chicas, también con autobús y camiseta oficial, morada en este caso y con una leyenda que es además distintivo de club de fans: «No somos las chicas Almodóvar ni na!... Somos las chicas de Roberto Presa Tomás».

El último encuentro tuvo un regusto a homenaje, ya que Roberto Presa, actualmente en la India, pasaba la Semana Santa en casa y sus amigos no quisieron que perdiera la oportunidad de ver cómo crecía la criatura que él había parido. «La cenona» promete seguir creciendo.