Candás,

Braulio FERNÁNDEZ

Los peces vuelven a entrar, cargados en cajas de plástico, en la lonja de Candás. Esa imagen, que durante cuarenta días se perdió por el vertido de fuel de la central térmica de Aboño al mar, que obligó a prohibir la actividad pesquera, ya forma parte del pasado. El vertido de combustible se ha sorteado y los barcos de Candás vuelven a faenar con normalidad. Más aún, vuelven a puerto cargados con toda variedad de pescado del Cantábrico, en perfectas condiciones para el consumo y con excelentes tamaños.

«Está todo limpio, no se ve nada de galipote», aseguraba ayer el patrón mayor de la Cofradía de pescadores Nuestra Señora del Rosario de Candás, José Ángel Gutiérrez. Gutiérrez es, además, el patrón del «Abelán», la embarcación que aquel 26 de junio vio por primera vez la gran mancha negra que desde la ría de Aboño se extendió en pocas horas por todo el litoral de Carreño. Y también la embarcación que volvió a puerto teñida por el combustible.

Ahora, la situación ha dado un vuelco de 180 grados. «Pulpo, chicharro, aligote, salmonete, pica, congrio, de todo...» se trajo ayer el «Abelán» del mar, una vez recuperada la actividad pesquera tras un mes de paro por el vertido, que obligó a aplicar un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) a los trabajadores del barco. «Hay de todo un poco, y todo ello de muy buena calidad», aseguraba Gutiérrez.

El regreso de la pesca, acompañado de las playas repletas de turistas y de bañistas, ha devuelto la calma a la villa marinera.

En cuanto a la confianza de los consumidores, y a la vista de la expectación generada ayer al regreso del «Abelán» a la costa, va «viento en popa». «Esperamos que ahora las cosas vayan con normalidad, la gente ha vuelto a comprar el pescado. A ver si dejamos atrás el mes de julio», deseó el Patrón Mayor.

Y es que la situación dista mucho de la que los marineros vivieron en los primeros días de julio, al volver a la faena. Aunque las manchas de fuel se habían diluido y el pescado llegaba a las redes en perfectas condiciones, los compradores habían desaparecido de la rula. Unos días después, la situación empeoró y nuevos restos de combustible obligaron a parar la actividad.

Ahora, eso ha quedado atrás. Como dirían los pescadores, «es agua pasada».

En tierra, la situación también vuelve a ser como antes. Al recuperarse el primer nivel de la escala económica de cualquier villa costera, también los restaurantes vuelven a ofrecer los mejores productos y los más demandados, como el marisco y los pescados de primer nivel culinario. Aunque no se olvida la deuda pendiente con Hidroeléctrica por el mes de julio, el de agosto será clave para el futuro de los pequeños empresarios de Candás.

Mientras Gutiérrez sube pescado a la lonja, en su embarcación otros dos marineros lo limpian. «Ha ido muy bien, hemos pescado gran variedad», comentaba Vicente Pupatei. Una circunstancia que ayer permitió satisfacer las demandas de todo los paladares. «Tenemos de todo, señora», le deszcía Gutiérrez a una clienta, después de que esta le preguntase por el pulpo.

Y, así, las cosas vuelven a estar en su sitio en la villa de Candás, con los marineros a la faena desde el alba y buen pescado fresco en las cocinas.