El teatro costumbrista asturiano tiene una deuda con José Ramón Oliva. Quien sigue la trayectoria de este autor, director y actor de la compañía sierense «Carbayín» conoce las razones por las que los expertos lo califican como el Eladio Verde del siglo XXI. Comenzó a escribir textos teatrales, pero en su trayectoria se distingue una evolución que lleva pareja la innovación del costumbrismo. Sabe cómo innovar, cómo trazar una historia que, sin alejarse de la esencia de los clásicos, introduce elementos originales y nunca vistos en este tipo de teatro.

Todos esperaban por la nueva obra del grupo «Carbayín», que este año estrenó en Siero su nuevo trabajo que ahora presenta en el XXII Salón de Teatro Costumbrista Asturiano de Candás. Se trata de «El sexo de los ánxelos», del propio Oliva, donde el autor tiene uno de los papeles protagonistas. Por primera vez en la historia del Salón desde que se instauraron los premios «Aurora» una obra se presentó fuera de concurso. Y la razón es que uno de los personajes está interpretado por el director del teatro Prendes, Alain Fernández, en el papel de Dios. Vestido de blanco y rosa y con una rotundidad absoluta, Alain tiene presencia y funciona en el escenario. Es cierto que jugaba en casa, pero el resultado fue más que notable.

«El sexo de los ánxelos» es una comedia romántica en la que un joven muere al intentar salvar la vida de un vecino que casi se ahoga en un pedrero de Cudillero. El joven, que se casaba en dos semanas, llega al cielo y Dios le encarga regresar a la tierra para ser el ángel de guarda de Manín, un inocente con pocas tablas en el plano amoroso.

Guillermo Suárez, buen actor de la compañía «Carbayín», borda el papel de ángel de la guarda. Está excelente durante toda obra, que se desarrolla en un solo acto, pero intenso y con una fuerza arrolladora. Una buena interpretación como la de Cecilia Teruel en el papel de Mina, que vuelve a protagonizar una obra del grupo sierense con excelentes resultados. José Ramón Oliva interpreta al joven inocente al que le ayuda su ángel de la guarda para conseguir pareja y resulta muy convincente en su interpretación, arrancando las risas de un público que entró en la obra desde el primer momento por la intensidad de la acción y su original desarrollo. También hay que destacar el doble papel de María Emilia Rodríguez.

El tándem Dios y ángel de la guarda, es decir, Alain Fernández y Guillermo Suárez, es quizá lo mejor de las interpretaciones. Excelente es la puesta en escena y muy acertada la música, la iluminación y la escenografía, con elementos y propuestas originales.

El final emociona y es la guinda de un magistral trabajo. «El sexo de los ánxelos» consigue combinar momentos trágicos y cómicos que enlazan a la perfección.