Candás,

Braulio FERNÁNDEZ

Candás conserva su fervor religioso y marinero, juntos de la mano, como en pocas ocasiones, cada 14 de septiembre, con motivo de la celebración de la Alborada y la procesión del Santísimo Cristo, patrón de Candás y de todos los marineros de Asturias. Prueba de ello es el amplio seguimiento que estos eventos, especialmente el segundo, tuvieron ayer en la villa, pese a tratarse de un día laborable. Entre dos y tres centenares de personas madrugaron o aguantaron la noche para escuchar el pregón al alba del escritor local Daniel Menéndez Cuervo, mientras que más de un millar de fieles siguió con escrupuloso silencio la procesión al mediodía.

La mayor jornada festiva de Candás en todo el año comenzó cuando asomaban los primeros rayos de luz por el Cantábrico. El poeta local José Marcelino García se encargó de introducir al pregonero al alba, Daniel Menéndez Cuervo, no sin antes subrayar la importancia del evento para las tradiciones locales, evocando a la presente «Marinera» de Antón. «En este sitio, a veces dormidas, a veces llorando, a veces amamantando, siempre han estado mujeres esperando», proclamó en el lugar desde el que empiezan a avistarse las embarcaciones entre las olas.

Menéndez Cuervo le siguió en la alabanza y la memoria de esas tradiciones. «La palabra galerna siempre fue la más temida en mi infancia», comentó el escritor, hijo de marineros. «A pesar de ello, de aquellas desgracias, no recuerdo a un solo marinero que renegara de la mar», añadió. Es más, «aunque hay menos pesca, menos peces, sigue habiendo una herencia en nosotros que nos une a la mar de por vida». Y es que el pregonero al alba de 2012 cree que «no se puede dar la espalda al pasado, por eso recordamos desde aquí a los que aún permanecen en la mar».

Daniel Menéndez Cuervo fue elegido como pregonero tras el éxito de su primera novela, «La leyenda de Jay - Troi», del género fantástico y medieval. Nacido en Candás en el año 1973, es licencidado en Bioquímica y Biología ambiental y profesor de Secundaria en el colegio Paula Frassinetti de Avilés. Ha sido finalista del premio «Asturias Joven» de narrativa en las ediciones de 1996 y de 1998, y ganador del «Premio Especial» del Concurso de Cuentos del Ayuntamiento de Carreño en 1991 y en 1997.

Al pregón al alba le siguieron una oración por los marineros fallecidos, que entonó la candasina María José Fernández, el toque de silencio de una trompeta y el toque de oración, con la voz, en esta ocasión, del director del coro gijonés Mateo Bullón. Acto seguido, los candasinos se dirigieron a las embarcaciones para, una vez fuera del puerto, depositar toques y coronas en la mar. A su regreso, hubo toque de diana floreada, se entonó el canto de la «Marinera», se bailó la danza prima y, finalmente, tuvo lugar el tradicional «café de popa».

Solo unas horas después, ya abandonados los hábitos de marinero, los candasinos se pusieron de gala para acompañar al Santísimo Cristo en la única jornada del año en la que abandona su camarín en el segundo templo más visitado de Asturias tras Covadonga. Ambos eventos contaron, tras varios años de ausencia, con la participación de Alberto Vizcaíno, director general de Pesca, y de diversas autoridades de la Marina, así como de los alcaldes de Carreño y de Gozón.

Las fiestas del Cristo continuarán hoy, día del «Cristín», en la que será la última jornada de festejos, que estará protagonizada por el desfile de charangas que partirá desde la estación de ferrocarril a las 18:00 horas, en dirección al muelle. En esta edición desfilarán hasta cinco peñas marineras con sus respectivas carrozas, haciendo un recorrido que pasará por las avenidas del Ferrocarril, Constitución y la calle Braulio Busto. La nota musical la aportarán, en la tarde noche, desde las 20:00 horas, las corales de Candás, Galicia y Medina del Campo, que ofrecerán un recital en la iglesia de San Félix, al tiempo que, en la calle, la charanga «Pepe el Chelo y sus marchosos» mantendrá la nota hasta la noche. Desde las 23:00 horas habrá verbena con la orquesta asturiana «Distrito Xoven», solo interrumpida, a la medianoche, para la gran traca de fin de fiesta.