Director de la Banda de Música de Candás

Candás,

Braulio FERNÁNDEZ

«A disfrutar». Es lo último que escuchan de su director los integrantes de la Banda de Música de Candás antes de cada concierto. Quien lo dice es un americano que cambió el valle del Mississippi por el centro de Asturias y que con los años sigue teniendo aún más claro que para el futuro no puede imaginar nada mejor que continuar lo que está haciendo en la actualidad: dirigir al más de medio centenar de músicos de la banda candasina para seguir transmitiendo el mensaje para el que cree que nació la música: alegrar.

-Tras siete años como director de la banda, ¿cómo ve su evolución en el tiempo?

-Ha crecido mucho. Hace siete años yo tocaba la tuba en la banda, y era una época en la que había varios directores, pocos músicos y necesitaba un poco de dirección en el sentido general de la palabra. Y más ilusión. Todos los grupos tienen momentos altos y bajos, y me gusta pensar que ahora estamos en una época en la que nos sostenemos arriba. Tenemos muchos jóvenes, gente transitoria, pero tenemos un ambiente en el que la gente va a los ensayos con ganas.

-¿En qué medida una banda significa pasión por la música o disciplina?

-La música en teoría es alegría, siempre se lo digo a la banda. Pero ocurre que hay jóvenes que entran en la banda, y están a la vez en un Conservatorio, y se enfrentan constantemente a la idea de mejorar, de llegar a un nivel a la hora de tocar. Y ahí sí que hay mucha disciplina. Lo que pasa es que puede ser demasiada, y entonces se olvida que la música tiene que ser alegría. Si tienes que tocar cuatro octavas con la trompa, lo que requiere mucha disciplina, y aprendes a hacerlo, puede ocurrir que después ya no tengas ganas de tocar. Y entonces, ¿de que sirve? La esencia es la diversión.

-¿Cómo ha notado la crisis la banda?

-Hace dos años se planteaba la idea de un local nuevo para la banda y para la Coral Polifónica «Aires de Candás». Había mucha ilusión porque hay mucha necesidad en la banda de un sitio para ensayos; pero luego se perdió ese proyecto por completo con la crisis.

-¿Por qué es tan necesario el nuevo local?

-Es una cuestión de acústica, de espacio, y cuando se compara con dónde estamos... es muy fácil entrar y nos exponemos a robos. Nos ha pasado muchas veces. El edificio actual nos ha servido muy bien y nos sigue sirviendo, no digo que no, pero necesitamos un sitio con mejores condiciones.

-¿Ve continuidad para la agrupación?

-La banda está expuesta a olas continuas de gente que viene y va. Nos interesa cubrir los instrumentos y mantener el ambiente que tenemos. Todos vienen con ganas. Si desaparece este elemento, la gente se preguntará para qué dedicar los sábados a ir a un sitio donde lo paso mal. Entonces empiezan a enfermar los abuelos.

-Usted dijo que la banda era un laboratorio que de vez en cuando deja que el público mire.

-Sigo pensándolo. La banda es para el disfrute y el aprendizaje de jóvenes y mayores. Pero también hay una función de elemento que da vida a Candás, a Carreño, con las procesiones o los conciertos. Y esto es también muy importante.

La Banda de Música de Candás, dirigida por David Moen, ofreció ayer su tradicional concierto del día de la fiesta nacional en la plaza candasina del Paseín (en la imagen). El programa del evento se compuso de piezas clásicas y modernas, desde el pasodoble y la zarzuela hasta las bandas sonoras, e incluyó también un programa de obras españolas, informa B. F.