Candás,

Braulio FERNÁNDEZ

El Lazarillo ha cambiado el Tormes de Salamanca por el río Rita de Candás. Y lo hace en el cuerpo y en las muecas del gozoniego Carlos Alba, que tras meterse en la piel de decenas de personajes para transmitir la idiosincrasia del monólogo asturiano, ahora lo hace en la del pícaro español por antonomasia: «El Lazarillo de Tormes». Será la primera pieza clásica en castellano que se representa en asturiano, bajo el título: «Llázaro de Tormes». La cita, hoy a las ocho de la tarde en el Prendes.

Alba lleva dos años madurando la idea de representar las andanzas de Lázaro González Pérez, como así se denomina el protagonista de la historia. «Hice la traducción al asturiano y Milio Rodríguez Cueto se encargó de revisar la obra; eso sí, corrigió pocas cosas», afirma este gozoniego natural de Santolaya de Nembro. Tras este período, Carlos Alba, más conocido como «Cellero», estrenó «Llázaro de Tormes» en el Teatro Jovellanos de Gijón. Y el Teatro Prendes de Candás será la segunda ocasión en que la obra cobre vida sobre las tablas.

La vida del Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades no era una obra desconocida para Alba. De hecho, en sus años de estudiante universitario ya hizo sus pinitos encarnando a este personaje. Ahora, el actor gozoniego ha querido darle una vuelta de tuerca a la historia y ha decidido representar la pieza en asturiano, bajo la dirección de Felipe Santiago y adaptando la historia al monólogo astur. «El director vive en Madrid, es canario y, sin saber nada de asturiano, afirma que éste, al parecerse al castellano antiguo, ayuda a situar la historia en el siglo XVI, cuando fue escrita», destaca el monologuista. La versión en asturiano del Lazarillo tendrá guiños al Principado. Eso sí, sin pasarse. El protagonista usa montera picona, bebe vino de Cangas y utiliza «coricies» como calzado.

«Procuro tocar lo menos posible lo asturiano, se supone que la obra está ambientada en Asturias pero salvo el vino de Cangas no hay ningún tipo de mención especial», explica el actor, que recalca que el carácter popular de la lengua asturiana ayuda a la hora de montar la clásica pieza de la literatura española.

Cuando Carlos Alba se mete en la piel de «Llázaro» adulto lo hace como pregonero de una villa. «El original acaba la historia en Toledo; en mi traducción no digo dónde está ubicado, aunque puede ser cualquier parte de Asturias», destaca el actor, que lleva ensayando desde finales del mes de agosto tanto en la escuela rural de Viodo, actualmente sin alumnos, como en el teatro Prendes de Candás, donde ultima los detalles de la representación que tiene una duración de hora y veinte minutos. «Llázaro vive en una situación miserable, en la miseria extrema, bueno, como ocurre gracias al Gobierno y a la crisis, eso sigue siendo actual», indica «Cellero», que añade: «La verdad es que hace 60 o 70 años se vivió de manera similar a lo que puede contar Llázaro, y ahora, la historia es más acorde que hace diez años». El actor se sube al escenario con una carreta en la que guarda una bota de vino, un ánfora hecha en Luanco, una bandurria realizada por Daniel Rozada, un cuerno de pregonero y algún que otro detalle más que permite, por momentos, trasladar al espectador al siglo XVI.

La intención de Carlos Alba es seguir pregonando la vida del Lazarillo de Tormes en asturiano por toda la región. Por el momento, les toca a los de Carreño disfrutar de este clásico adaptado a la asturianía. Será hoy en el teatro de los sueños trágicómicos asturianos: el Prendes.