Villaviciosa,

Mariola MENÉNDEZ

La ría de Villaviciosa, uno de losprincipales refugios ornitológicos del Cantábrico, no deja de sorprender. A las especies de aves habituales en el estuario se suman casi todos los años otras que los ornitólogos catalogan como rarezas, es decir de aparición accidental. Este otoño está siendo particularmente pródigo: cerceta americana, falaropo de Wilson, correlimos culiblanco, correlimos pectoral (cuatro), archibebe patigualdo chico, cisne cantor (siete, que llevan varias semanas en la ría) y, hace sólo unos días, ampelis europeo (tres). Tres de esas especies, el correlimos culiblanco, el falaropo de Wilson y el ampelis, son novedad en el estuario.

«Este año se ha observado un número elevado de especies cuya presencia en la península es considerada como rara u ocasional», explica el ornitólogo maliayo Adolfo Villaverde. Aclara que como tales se consideran aquellas cuya visita se produce «con una frecuencia muy baja, principalmente durante los períodos migratorios o la invernada».

No es extraño que durante los meses fríos en el humedal maliayo recale alguna especie inusual. Pero este año la ría está dando más sorpresas de lo habitual.

Villaverde comenta que las razones que explican el paso por la ría de estas aves, «difieren según las especies». El archibebe patigualdo chico, el correlimos pectoral, el correlimos culiblanco, el falaropo de Wilson y la cerceta americana son consideradas aves «divagantes o accidentales», es decir que, «por diferentes circunstancias, se desvían de forma radical de sus rutas habituales de migración que realizan a través del continente americano o de Asia», explica. A su vez, el cisne cantor y el ampelis europeo llegan «en forma de irrupciones o fugas motivadas, principalmente, por circunstancias meteorológicas adversas en sus áreas de cría del norte europeo (olas de frío, sobre todo), que las obligan a desplazarse hacia latitudes más meridionales», explica el ornitólogo maliayo.

Aunque la presencia de estas aves en la ría de Villaviciosa se puede considerar anecdótica, por su escasa frecuencia y por el bajo número de ejemplares que aparecen, son, sin embargo, un importante atractivo para ornitólogos profesionales y aficionados, así como para los fotógrafos de naturaleza. Unos y otros se esfuerzan en buscar esas especies poco habituales «atraídos por la novedad y, en muchos casos, por el exotismo que presentan algunas de ellas», señala Villaverde.

«De hecho, la localización y observación de especies consideradas como raras y ocasionales se ha revelado como una de las disciplinas de la observación de aves que suscita un mayor interés entre los ornitólogos de países anglosajones y del norte de Europa», agrega. Tal es su afición que, según Villaverde, «han llegado a movilizarse varios miles de personas para observar alguna de estas aves». En España este fenómeno es reciente, pero ha ganado adeptos en los últimos años.

Prueba de ello es que la presencia de las últimas especies raras que han recalado en la ría ha provocado la visita de gran número de aficionados a la ornitología, interesados particularmente en aquellas con más baja frecuencia de aparición. Algunas, sin embargo, dan pocas opciones, pues tan pronto como llegan siguen viaje hacia otro destino.