Pravia, Sara ARIAS

Se puede ganar a la adicción. Ese es el mensaje positivo que día a día lanzan los trabajadores del centro terapéutico en adicciones de la Asociación para la Rehabilitación de Adicciones e Integración Social (ARAIS) de Pravia. Una lucha en la que «el principal protagonista es el individuo», detalla Arantza Rodríguez, educadora social del centro. Dada esa importancia que tiene cada una de las personas que acuden a ARAIS, el centro ofrece un tratamiento personalizado para cada uno de sus pacientes, porque «la situación psicológica o la adicción no es igual en todas las personas».

Arais está respaldada por veintidós años de trabajo que comenzaron a principios de los noventa por un grupo de familiares afectados y personas sensibilizadas, «en una época que había mucha droga, no sólo la villa, sino en todo el concejo», explica Manuela Fernández, directora del centro. El mantenimiento «es posible gracias a la cesión del edificio que nos hizo el Ayuntamiento y los gastos, que también asumen, sino sería imposible continuar».

Si en los años noventa la preocupación era la heroína, ahora los trabajadores de Arais observan que «con la crisis, en los últimos tres años hay mucha incidencia de alcohol, pero también de cocaína y de Spedd Ball (mezcla de cocaína y heroína)». Aseguran que el proceso para superar el alcoholismo es muy duro porque «el alcohol está aceptado socialmente, más en Asturias con la cultura de la sidra, y es muy difícil dejarlo por la presión social, además es más permisible, accesible y tiene menos coste», apunta Rodríguez.

Un proyecto con «enfoque biopsicosocial», es decir, un trabajo intenso a tres niveles. Por un lado, la parte médica; por otro, la social, «con el apoyo también de las familias que actúan como coterapeutas» y, por último, en un aspecto psicológico, debido a la particularidad de cada individuo «se marcan objetivos terapéuticos diferentes, porque depende de la sustancia y de la propia persona», comenta Rodríguez.

Desde el centro luchan también contra la estigmatización social y la propia de los adictos «que la emplean para justificar su adicción», detalla la educadora social. Un trabajo duro en el que «lo más difícil y a la vez lo más enriquecedor es trabajar con personas, es un reto diario, aunque hay que dejar los problemas aquí», afirma. El objetivo final es «llegar a ser totalmente imprescindibles, que tengan autonomía en la toma de decisiones e independencia emocional», considera Rodríguez.

Gracias al programa de Arais muchas personas consiguen vencer los miedos y ganar la ardua batalla contra la adicción.