Candás, Mónica G. SALAS

Aparte de las marañuelas, no hay producto más típico en Candás que el fariñón. Se trata de un tipo de embutido hecho a base de «harina de maíz, tocino, sangre, cebolla, perejil y orégano», tal y como indica José García, de la Carnicería García. Su sabor es inconfundible y, aunque tradicionalmente siempre sirvió como compango del pote asturiano, actualmente también se utiliza para la fabada. Y cada vez más «se consume solo, cortado en rodajas y preparado a la plancha», dice María Antonia González, de la Charcutería Mely. Ya sea solo o acompañado, lo cierto es que el fariñón causa sensación tanto en Carreño como en Gozón, donde también se sirve.

Para su elaboración José García sigue la receta tradicional del fariñón. «Se mezcla el tocino y la cebolla y luego se adereza con orégano, perejil y sal», explica. A continuación, se liga con sangre y se embute en una tripa de vacuno. Una vez listo, «dividimos el fariñón en sus correspondientes porciones y las ponemos a cocer», comenta García. Aproximadamente, tres horas tardan en cocerse, según indica María Antonia González. ¿El resultado? Una especie de morcilla, gruesa y ancha, de color marrón. La tripa es precisamente lo que convierte el fariñón en un producto único y que lo diferencia de otro tipo de embutidos con similar composición, como es el caso del «emberzao» de Ribadesella, que va envuelto en una hoja de berza.

Pero Carreño no es el único concejo con tradición en este tipo de embutido. También en Gozón -conocido más por el nombre de fariñona- se fabrica desde hace muchos años.

No obstante, hay diferencias: «Allí se come más con verduras, mientras que aquí la gente lo utiliza para acompañar las berzas y las fabas», matiza María Antonia González. Y aunque hoy en día en ambos concejos se elabora de la misma forma, «antiguamente en Luanco se hacían las pelotas con la mezcla, pero no se utilizaba la tripa», añade.

Más de 160 kilos de fariñón a la semana produce García y hasta 5.000 al mes. Y es que el famoso embutido candasín es un producto muy vendido en la villa marinera. Y no sólo durante la temporada de invierno, sino también durante el verano, ya que este embutido triunfa entre los turistas.

El sabor del fariñón «no es ni muy fuerte ni muy suave», manifiesta González. «Su propio nombre, fariña, lo indica; está buenísimo», concluye García.