Casquita (Villaviciosa),

Gonzalo BENGOA

Casquita es un barrio de la parroquia de Amandi (Villaviciosa) habitado por ocho familias «muy trabajadoras y con el empeño en recuperar sus tradiciones». Lo explica Mari Paz Campa, una de las vecinas e impulsora de la fiesta de San Blas, que se celebró ayer, domingo. «El auge de los festejos comenzó hace seis años, ya que San Blas merecía tener un toque cálido a pesar de caer en febrero», argumenta Campa, que consigue que a la fiesta no le falte detalle.

Los vecinos de Casquita son, además de Campa, Javier Casielles, Enrique Solares, Rafael Prida, Ángel Sánchez, Ángel Álvarez y Manuel Villar, también Juan Alonso, su mujer, Rebeca Arias, y el pequeño Mateo, vestidos ayer con trajes tradicionales. «Estamos muy unidos y nos gusta la recuperación de estos festejos, que mejoran cada año», opina Manuel Villar.

Enrique Solares, con llagar propio de nombre El Traviesu, ofreció su local para albergar la comida tras la misa de fiesta que se ofició en la capilla de Casquita y que antiguamente pertenecía a casa Algara, un caserón del pueblo. Allí nació Encarnita Álvarez Queipo, que fue la homenajeada este año en este barrio de Amandi. «Estoy muy sorprendida y agradecida porque se hayan acordado de mí y hayan mostrado este cariño», expresó la mujer, que estuvo acompañada por sus hijos Iván y Carla Barry, sus hijos políticos, Luis Fernández y Silvia Moreno, y su nieto Luis Barry.

Encarnita se llegó a casar en una finca del pueblo «después de tener el permiso del Obispado, ya que la capilla pertenecía a la casa», recordó la mujer. Algunos de los invitados a la boda recordaban ayer el festejo, que tuvo lugar en 1972. Después se trasladó a vivir a Pola de Siero, concejo en el que su marido tenía una fábrica de toldos, «donde ahora trabajan mis hijos».

La festividad de San Blas contó con misa de fiesta, procesión del santo y subasta del ramo, que incluía hasta un gallo. La imagen de San Blas se trajo a la capilla de Casquita desde la parroquia de Jove, en Gijón, después de la Guerra Civil española, según explicó Mari Paz Campa, y «en lugar de las típicas rosquillas de anís que elaboran en Gijón, nosotros comenzamos la tradición de hornear galletas de anís», destacó la vecina, que ofreció los suculentos dulces. La fiesta tuvo «un aire vintage, como se lleva ahora», según Campa. De ahí que la tarde se dedicara a bailar «la música que tanto nos gustó en nuestra época de juventud». Casquita también acogió una pequeña exposición de vehículos antiguos.