Candás,

Braulio FERNÁNDEZ

«La mar ha estado mala, pero los pescadores han traído unos oricios de muy buena calidad», dice Luis Bolado Calderón, propietario del restaurante candasín Llagarón. Los temores iniciales por la poca actividad de la flota pesquera en las últimas semanas se han disipado y los restaurantes esperan que la edición del Festival del oricio y de la sidra que este fin de semana comienza en Candás sea una de las mejores.

Las Jornadas gastronómicas del oricio se desarrollarán hasta el domingo 3 de marzo, ofreciendo una docena de oricios y una botella de sidra al precio único de diez euros. «Un precio excelente para la época, y un manjar del que pueden disfrutar visitantes al concejo y vecinos», destaca el concejal de Turismo y Festejos, José Manuel Muñiz, que se muestra convencido de que festivales como éste son especialmente importantes para los empresarios de la restauración en Carreño. «Debemos procurar desestacionalizar el turismo en la medida que podamos, y el oricio, en el mes de febrero, es una ocasión ideal para acercarse a los bares», añade.

En el restaurante Santarúa, como en otra docena de establecimientos más, se puede comer «un oricio de primera calidad, con un tamaño y un color sonrojado muy destacados», como señala la responsable de su cocina, Josefina Fernández. El menú permite comer el erizo de mar al natural, en su jugo, potenciado con el sabor de la sidra. Algo muy típico y muy apreciado de toda la vida en Candás.

Es además un manjar que puede saborearse en diferentes variedades culinarias y platos. «Puede ir con huevo, gambas, setas, y rellenar merluzas, pixín, cachopos o lenguado», explica Fernández. La clave está en la salsa. «Empleamos un fondo de verduras y un caldo al que se le echa la hueva de oricio», señala la cocinera de Santarúa, que también se aprovecha del destacado sabor de las populares «huévaras», para la caldereta candasina.

«El oricio tiene un sabor fuerte, que va bien casi con cualquier pescado», señala Bolado, quien reconoce también la virtuosa costumbre de comer oricios según salen del mar. «Es algo que gusta más a los del lugar que a los de fuera: una docena de oricios y una botella de sidra», añade el responsable del Llagarón. Y eso es nada más y nada menos lo que se ofrece en Candás.