Los técnicos de Agroganadería y Recursos Autóctonos llevan encima el medicamento denominado apomorfina por si durante la búsqueda alguno de los perros rastreadores ingiriese algún tipo de sustancia tóxica. También portan unas cápsulas de carbón activo que les harían vomitar. Por suerte, ayer no hizo falta emplear estos productos.

Ferreras (Candamo),

Sara ARIAS

Directo al veneno. El pastor belga «Tifón», de la Unidad Canina de Detección de Venenos de la Consejería de Agroganadería y Recursos Autóctonos, investigó ayer en la sierra de Ferreras, en Candamo, un supuesto delito de colocación de cebos envenenados para los lobos que el pasado fin de semana dio lugar a la detención de un vecino de la zona.

«Tifón» rastreó la zona donde los agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil encontraron el domingo el cadáver de un ternero junto a un cepo y unos polvos azules, supuestamente venenosos. Los técnicos del Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario (SERIDA) practicaron una necropsia al animal y extrajeron muestras que, junto con los polvos encontrados, están pendientes de un análisis toxicológico. La sospecha inicial es que se trata de un topicida.

La investigación canina comenzó con el lanzamiento de polvos de talco al aire para saber hacia dónde tira el viento, pues es preferible que sea de frente o de costado. Además, el adiestrador de «Tifón» dio una palmada en la espalda de todos los presentes en la búsqueda para que el animal supiese que podía confiar en ellos.

Una vez puesto el arnés, el condicionante que activa al animal para trabajar, «Tifón» no tuvo dudas y se fue directo al lugar donde aparecieron las pruebas. Eso sí, previamente se detuvo a olisquear un excremento de lobo. El adiestrador del perro comentó que, en el caso de que las pruebas permaneciesen en el lugar, «Tifón» se sentaría al lado y comenzaría a ladrar. En esta ocasión, el perro da la señal de alarma olfateando con más intesidad la zona. Allí aún quedaban restos de vómito, probablemente del ternero.

Durante más de una hora, el animal continuó la búsqueda por las fincas cercanas, algunas propiedad del presunto autor del delito contra la fauna salvaje, pero no detectó más restos de tóxicos. Aunque se paró en un bote de plástico sospechoso que, finalmente, no marcó.

La segunda ronda de inspección corrió a cargo de la perra de raza labrador «Brisa». Estos animales pueden oler las marcas a cientos de metros de distancia y son especialistas en interiores. Por el contrario, «Tifón» es más apto para recorrer largas distancias. La perra olfateó las inmediaciones de Llamero, visitando también algunas de las fincas del sospechoso. «Brisa» no encontró ningún elemento sospechoso, aunque sí hubo unos minutos en los que estuvo más activa y concentrada.

Los técnicos presentes señalaron que lo más probable es que se trate de un incidente aislado y que no haya más tóxicos en la zona. Sospechan que el presunto autor de los hechos, al encontrar al ternero atacado por algún animal salvaje, roció al xato de veneno y colocó el cepo para que cuando los animales volviesen a comer los restos quedasen atrapados en la trampa o muriesen a causa de la ingestión del tóxico.