Peña Negra de Torce y Las Morteras somedanas fueron dos de los parajes más oseros de Europa. Quienes vivieron cerca de ellos, Herminio, el de Barrio, y Pablo, el de Villamor, dan fe y para este cronista sus palabras son un acta ante notario. Años más tarde se les acorraló, se les tendió trampas y los abatieron a tiro limpio. Por los setenta, apenas si había una pareja en aquellos recónditos lugares, mientras algunos ganaderos se sentían felices porque sus garras y sus colmillos no mataban potros y terneros. Seguro que eran los mismos que hoy se alegran de los alambres que separan los pastos altos, tal fuera el campo de concentración de Mauthausen. Poco a poco los oS.O.S. van recuperando su espacio perdido y vuelven, a duras penas, a sus lugares de origen. Para ayudarlos se plantarían mil árboles frutales con el asesoramiento del FAPAS y una labor de conciencia para que lugareños y turistas respeten a los oS.O.S. y no haya que lanzar al viento todos los días un S.O.S. para su protección. La «mater natura» es un préstamo que nos hacen nuestros hijos.