Villaviciosa,

Gonzalo BENGOA

Como respondiendo a un guión preestablecido, los días de oscuridad y lluvia de la Pasión desembocaron en una soleada mañana de Resurrección en Villaviciosa. El cielo despejado, radiante, y la buena temperatura ayudaron a dar lustre a la procesión maliayesa del Resucitado. «Son nuestras raíces y estamos muy orgullosos de nuestra Semana Santa», resumía Milagros Suárez, vecina de la villa, poco antes de comenzar la procesión previa a la misa con la que culminaban los cultos de estos días.

Las celebraciones del Domingo de Pascua comenzaron en la iglesia de las Clarisas, a las once de la mañana, donde se ofició una misa; pero el momento grande estaba por llegar. Amparo Luengo y Josefina García fueron de las primeras en llegar a las puertas de la iglesia parroquial, de donde salió el paso del Cristo Resucitado. «La procesión de hoy es emocionante porque se encuentra el hijo resucitado con su madre de luto y con mantón negro», explicó Luengo, que adelantó lo que luego se produciría en la plaza de Carlos I, que centenares de personas asistirían al momento del encuentro. La Virgen del Rosario salió en procesión desde la iglesia de La Oliva y recorrió las calles hasta la citada plaza. Con ella, varios cofrades y decenas de personas la acompañaron hasta el encuentro con su hijo, Jesús.

Pasadas las doce y cuarto, el paso de Jesús Resucitado salió de la iglesia parroquial de Villaviciosa para recorrer varias calles hasta la plaza donde se iba a producir el encuentro. Encabezando la procesión desfiló la Banda de Gaitas de Villaviciosa «El Gaitero» y, con mucha devoción, centenares de personas acompañaron el paso con un silencio respetuoso que ilustra el sentimiento de los vecinos hacia los actos organizados por la Cofradía de Jesús Nazareno, que cuenta con 1.800 cofrades. Nicolás Rodríguez, el mayordomo de la cofradía, no perdió detalle para que todo saliera como estaba previsto.

La lluvia había empañado gran parte de las procesiones que la cofradía tenía previsto sacar estos días, y nadie ocultó ayer la satisfacción por que la Semana Santa finalizara con un tiempo acorde con la pasión y entrega que derrochan.

La procesión cruzó la calle del Sol, donde el día anterior los pasos de San Juan, la Cruz Desnuda y la Virgen Dolorosa hicieron una parada para que la Coral «Capilla de la Torre» interpretara «Stabat Mater» y «Virgo clemens». Fue durante la primera procesión que pudo salir en la Semana Santa de Villaviciosa. El silencio y el sentir religioso regresaron unas horas más tarde por las mismas calles el Domingo de Pascua.

Cuando el paso de Jesús Resucitado giró hacia la plaza de Carlos I, centenares de personas se congregaban para contemplar con emoción el encuentro. La Virgen del Rosario portaba un manto negro, como señal de luto por la muerte su hijo crucificado. El momento del encuentro causó un silencio aún mayor, sólo roto por el sonido de la banda de gaitas.

Elena González Tizón no pudo contener las lágrimas «por la emoción que supone este momento. Son sentimientos difíciles de controlar, porque en Villaviciosa se vive la Semana Santa con mucho fervor». «Asistimos con mucho orgullo, por tener unas tradiciones de Semana Santa centenarias», confesó Pedro Marina junto a sus nietas Paula y Ana. José Antonio Vallina y Angelita Díaz tampoco faltaron a la cita del Domingo de Resurrección en la villa. Son naturales de Gijón, pero sus hijos viven en Villaviciosa y les gusta «vivir la Semana Santa en un lugar con tantas raíces», señaló Angelita. La pareja lamentó la lluvia que impidió que salieran la mayor parte de las procesiones, sobre todo, la del Viernes Santo. Algo parecido opinaba María José Castro, vecina de la villa. «El acto del desenclavo es un momento único que se vive con mucha devoción, y fue una pena, pero el buen día de hoy nos sirve para recuperar todo lo perdido», aclaró la mujer. Bien está lo que bien acaba.

Las imágenes de la Virgen, con el manto negro en señal de luto por su hijo (arriba, a la izquierda), y la de Jesucristo resucitado (a la derecha) partieron de puntos diferentes para encontrarse en la plaza de Carlos I (en la foto de la izquierda). Una multitud de fieles esperaba el momento. Tras el ansiado encuentro, a la Virgen le fue retirado el manto negro, para ser cubierta con uno blanco, símbolo del júbilo por la resurrección de Cristo. De fondo sonaban las notas del himno de Asturias, a cargo de la Banda de Gaitas de Villaviciosa, informa Gonzalo BENGOA.