Candás, Braulio FERNÁNDEZ

«El sitio más afectado de toda Asturias por el plan de residuos del Principado va a ser Carreño», aseguró ayer el portavoz de la plataforma contra la incineración y de la Coordinadora Ecologista de Asturias, Fructuoso Pontigo, que precisa que «el concejo estará rodeado por una incineradora principal, planeada en Gijón pero más cerca de Candás que de esa ciudad, y con una ampliación del permiso para quemar en la cementera de Aboño tres veces superior».

De seguir adelante el proyecto del plan de residuos de Asturias, Carreño verá cómo en las parcelas en torno a la zona más poblada se quemarán «340.000 toneladas de residuos al año en la incineradora principal, y otros 65.000 más en la cementera», alertó ayer Pontigo a los asistentes a la charla sobre la incineración que se celebró en la Casa de Cultura de Candás. Esa cementera ya tiene autorización hoy en día para quemar 20.000 toneladas al año, pero esa cifra se multiplicará hasta superar las 400.000 toneladas con las dos infraestructuras». «En Asturias se generan al año cerca de 500.000 toneladas de basura, significa que quemaremos prácticamente todo, algo que contraviene las recomendaciones ambientales», señaló Pontigo.

Eso, denuncia el ecologista, tiene efectos muy negativos para la salud, amén de para las explotaciones agrícolas y ganaderas y para el turismo. «Son dos focos de emisión, uno a cada lado del concejo, que enviarán al aire metales pesados, dioxinas, en un sitio que encima no es virgen, como es Carreño, que ya es una de las zonas más contaminadas de la región, lo que agrava los efectos acumulativos», lamentó el portavoz de Conceyu contra la Incineración.

Los efectos de la quema de residuos se apreciarán a 15 kilómetros a la redonda de las plantas de incineración, lo que afecta de lleno al concejo. Lo mancha por completo. Y no se quieren plantear alternativas, aunque las hay, subrayaron ayer en Candás los contrarios a la incineradora. «Hay otros modelos en uso en otros países con muy buenos resultados, como el reciclaje, la valorización, el compostaje, que en Alemania y Holanda están resultando, y son más baratos», dijo Pontigo.

También intervino el consultor medioambiental Ignacio Martínez, que puso el problema de los residuos de Asturias en su contexto histórico. Se remontó a la creación de Cogersa en el año 1982 y repasó su evolución hasta la actualidad, incidiendo en «los problemas que están viéndose incrementados de forma exponencial en los últimos años». Y es que, como explicó Martínez, «nuestros abuelos no tenían vertederos, pero luego apareció el plástico, y ahora lo que hace falta es un cambio de mentalidad».

«Lo que plantea Cogersa por tercera vez en diez años es un problema muy serio, es un modelo caduco de tratamiento de residuos, que no cabe en una región como Asturias, con proyección turística, con explotaciones lecheras», explicó el consultor ambiental. «Es una vuelta a otros tiempos», añadió, que lanza un mensaje muy peligroso: «no importa cómo vivamos, todo se soluciona quemando». Algo que choca con parte de la educación recibida en los últimos tiempos. «Entonces no sirve de nada reciclar, todo consiste en quemar, que además generará energía», sentenció.

En el debate también participó el ganadero de Tamón José Ramón Menéndez, que opina que la incineradora acabará también con la venta de leche en Carreño y buena parte del centro de Asturias, un modelo de vida y de trabajo antes muy bien considerado y del que el asturiano se sentía muy orgulloso. «Con la incineración aumentará de manera significativa el número de dioxinas que se acumulan en los tejidos grasos de los animales, así como en la lactosa de la leche, tardando muchos años en ser expulsados o degradados por los seres vivos, provocando enfermedades», sostiene.

Las dioxinas no son la única amenaza para el ganado, ya que la construcción de un gran vertedero para almacenar las cenizas pondrá también en peligro su producción. «Debido a la climatología de Asturias sabemos que por la acción del viento o la lluvia las cenizas se esparcirán contaminando los campos limítrofes, los arroyos y los manantiales de la zona», señala Menéndez, dando otras razones por las que oponerse a un plan de residuos por el que los ciudadanos no han sido preguntados.