«Tienen que verlo. Pongan en internet "campeón de liga Ademar León"». Alegría, entusiasmo, felicidad, locura, pero sobre todo un sueño hecho realidad. Todo esto es lo que se percibe tras ver el vídeo que refleja el momento más especial del jugador de balonmano Carlos Manuel Rodríguez Prendes, más conocido por Carlos Prendes: ganar la liga Asobal. «Fue increíble», comenta, transportando su mente al 16 de junio de 2001 en León. Ese día el carreñense vivió lo que no está escrito. De hecho, le cuesta hasta encontrar una palabra para definir sus sensaciones. «Fue impresionante», acierta a decir después de unos segundos de pausa. Quizás porque sigue reviviendo aquel instante de júbilo en la fuente de Santo Domingo. «Fuimos en el techo del autobús desde el Palacio Municipal de Deportes de León hasta la fuente en medio de una marea de seguidores», relata. Una marea que llegó a concentrar a más de 9.000 personas eufóricas por ver a su equipo en lo más alto del balonmano nacional y entre ellos, a Carlos Prendes.

Pero para llegar hasta junio de 2001, este deportista, de 30 años y natural del barrio Noval, en Perlora, ha tenido que trabajar muy duro. Comenzó con 16 años «por casualidad» en el Club Náutico Carreño. «Faltaba uno de los integrantes del equipo local y mis amigos me animaron a entrar. Mira por donde he vivido del balonmano durante años», expresa. Y es que tras su etapa en Candás pronto fichó por el Grupo Cultura Covadonga y más tarde, en 2000, por el Caja España Ademar León, momento en el que tuvo que abandonar su casa y a la que, por supuesto, echó mucho de menos. En Castilla y León estuvo seis temporadas. Seis años lejos de su Carreño natal, pero al que llevaba siempre en el corazón. «Aunque suene ya un tópico, un paseo por el muelle candasín era algo especial para mí, al igual que tomar unas sidrinas con mis amigos», afirma. Y, por su puesto, «las fiestas de la sardina y del Cristo, que eran lo mejor», añade.

Tras el Ademar León, en la temporada 2006-2007 entró a formar parte del CAI Balonmano Aragón y después de seis año pasó al Puerto Sagunto de Valencia, donde permaneció un año, hasta que decidió hacer las maletas y plantarse de vuelta en Carreño. En Candás dirige ahora una mueblería, después de haber cosechado títulos como la Liga, la Copa del Rey y la Recopa de Europa y de ser nombrado mejor pivot del mundial junior de 2000.

«El balonmano ahora está muy mal, no resulta rentable en España, porque tan sólo vive de subvenciones y patrocinadores y ahora eso, dada la situación económica, no lo hay», argumenta Prendes. De todas formas, aclara que «siempre fue difícil vivir del balonmano. En nuestro país, a excepción del fútbol y del baloncesto ACB, el resto de deportes carecen de apoyo», asegura. Y quizás por todo ello se llegó a plantear volver a casa. «Llega un momento en que tienes que decantarte por dejarlo, así que decidí abandonar el deporte y dirigir mi propio negocio», reconoce.

Sin embargo, fue pisar Carreño hace cuestión de un año, ponerse manos a la obra en la mueblería y recibir la llamada del Juanfersa Gijón Jovellanos. «Me propusieron jugar con ellos y como lo podía compatibilizar con la empresa dije que sí», dice. Y lo que comenzó como algo provisional va camino de convertirse en algo cada vez más estable. Este año, con el equipo gijonés ascendió a la liga Asobal, la máxima categoría en el balonmano nacional, lo que le hace replantearse seguir con el deporte. «Lo más seguro es que sí, que continúe», se atreve a decir. Y es que jugar en el Juanfersa le está dando muchas satisfacciones. «Nunca antes había estado toda mi familia viéndome en un partido hasta este año en Gijón. Y eso es algo muy bonito», se sincera.

¿Y qué se ha merecido la pena el sacrificio de tantos años? «Por su puesto. He conocido mucha gente, lugares, a mi mujer y he vivido experiencias muy buenas. Todo son cosas positivas y si volviera atrás no cambiaría nada», apunta. «Bueno, puede que alguna», agrega riéndose.

Porque Carlos Prendes ha sido protagonista de una vida plagada de éxitos y buenos momentos, que sin embargo ahora prefiere guardar en el cajón de alguno de los muebles que tiene en su negocio candasín. Eso sí, ese cajón lo deja entreabierto no vaya a ser que el Juanfersa le obligue a sacar su currículum, de nuevo, y anotar un título más. De todas formas, Prendes es humilde. Pero no se equivoquen que detrás de un tipo musculoso, de 1,98 metros de altura, hay un jugador como la copa de un pino, siempre fiel a su Carreño, a su Perlora, a su Candás y a su Noval y al que puede que oigan leyendo hasta el pregón en las fiestas de Perlora este verano.