«Que alguien tome una decisión ya para reducir la población de la fauna salvaje porque si no habrá que presionar de verdad a los responsables para que lo hagan». Así lo advierte el ganadero y agricultor de Poreño, en Villaviciosa, José Manuel Cardín, que reconoce estar «desesperado» con los ataques en sus cultivos de los animales cinegéticos, cuyo censo se ha disparado en los dos últimos años, el mismo tiempo que llevan sin adjudicarse los cotos de caza en el concejo. Cada año se mataban unos 300 jabalíes y unos 170 corzos, por lo que si a estas cifras se suman las crías, los expertos estiman que hay alrededor de mil cerdos salvajes y trescientos cérvidos de más.

Cardín defiende que «no tiene por qué ir a la quiebra una ganadería por animales salvajes que no dan nada», mientras que una ganadería genera directa e indirectamente muchos puestos de trabajo. Además, culpa al alto número de ejemplares de fauna salvaje, como tejones, corzos y jabalíes, del aumento de la tuberculina en la cabaña ganadera. «Se exige la máxima calidad en carne y leche, pero la alimentación de los animales qué calidad va a tener cuando está pisada y defecada por animales salvajes sin ningún control sanitario», denuncia Cardín.

Pero si este campesino maliayés no tenía poco con los ataques de corzos y jabalíes a sus tierras, cuando había conseguido frenar estos daños cerrando las fincas con alambrada y pastores eléctricos, ahora son las cornejas las que le han arrasado con la plantación. Estos pájaros también son animales cinegéticos e igualmente ha incrementado su número desde que no se caza en Villaviciosa. «Si matas a un cuervo y lo cuelgas, ponte en lo peor, pero si él daña la comida de cincuenta animales nadie lo castiga, sigue volando». Además, critica que se hayan retirado del mercado los repelentes para evitar que los pájaros ataquen al maíz.

José Manuel Cardín reconoce que la desesperación le hizo ayer llorar cuando pedía una solución a la consejería de Agroganadería por teléfono. Tiene plantadas cinco hectáreas de maíz para forraje y ya el año pasado no llegó ni a recoger la cosecha, lo que le supuso gastar unos 9.000 euros en silo y pienso para el ganado. «El importe de lo adeudado en indemnizaciones no cubre ni la mitad de los daños», lamenta Cardín. Explica que tiene que costear el abono, las semillas, las horas de trabajo con el tractor, gasoil y los herbicidas y con la indemnización que recibe no es suficiente, pues si dispusiera de su cosecha obtendría un beneficio del que ahora se queda sin él.

Por si todo esto no fuera poco, aún hay que sumar más. Los campesinos de Villaviciosa también se quejan de que los jabalíes destrozan los prados destinado a pasto porque los llenan de hoyos al hozar, ocasionando un gran problema a la hora de segar. «Está todo lleno de tapinos y las máquinas no funcionan. Es por demás», lamenta Cardín. Otro vecino del pueblo, Marino Francisco, lo confirma: «los praos están enteros levantados por el jabalí y el ganado luego no lo quiere la hierba porque seca y huele a "montesín"». Afirma que el corzo ha llegado hasta las puertas de su casa y de milagro salvó la plantación de fabes gracias a que prefirió otra planta. Ni siquiera le ahuyentó el perro. Pero por si regresan los cérvidos, Marino Francisco tiene previsto colocar un pastor eléctrico.

Personal de la guardería del Principado visitó ayer otra finca dañada de Poreño, la de Rubén Estrada Caso, que previamente había avisado a un ingeniero agrónomo para realizar ante notario un informe sobre el estado en el que el corzo dejó su terreno de La Garita, arrasando con les fabes sembradas el 6 de junio. Las habían sayado (retirado las malas hierbas) el día 23. Al día siguiente entró y hasta el 27 se pegó un auténtico festín. Los cérvidos, también muy amantes de los pumares, comen las hojas que empieza a echar la planta provocando que seque al quedar sólo el tallo. Los daños están estimados en unos 10.000 euros, que tendrá que costear la consejería de Agroganadería al no estar adjudicados los cotos a ninguna sociedad de caza.

Para Rubén Estrada fue un fuerte varapalo porque está en paro y pretendía sacar un dinero de la venta de fabes. Tiene otra tierra de 1.500 metros cuadrados, también sembrada, y ahora teme que los cérvidos acaben de nuevo con ella. Explica que cuando los espacios cinegéticos estaban gestionados por una sociedad ésta, además de asumir el coste de los daños, proporcionaba pastores eléctricos a los agricultores. En el caso de que sea la consejería quien se encarga de estos espacios, sólo costea los destrozos.

Además de que los corzos están echando a perder muchas plantaciones de fabes en el concejo, conocido por la calidad de estas legumbres, los agricultores y ganaderos denuncian otros problemas. También alertan de que se ha incrementado el número de garrapatas, que, en consecuencia, atacan a animales y personas. «Los corzos están infectados de ellas», resalta Estrada.

Son suficientes razones para que los afectados pidan a la consejera de Agroganadería, María Jesús Álvarez, que adjudique de una vez los cotos de caza, a los que optan tres asociaciones del concejo y cuyo concurso quedó desierto en dos ocasiones al considerar que estos colectivos no reunían los requisitos exigidos. Además de discrepancias entre estos colectivos, que han llegado, incluso, a los tribunales, el asunto supuso la imputación de dos responsables de caza del Gobierno de Vicente Álvarez Areces, Juan Carlos del Campo González y José Félix García Gaona. Este último es el actual jefe de la Sección de Caza de la administración autonómica.