Hubo un tiempo en el que Candás se llenó de piraguas olímpicas con Carlos Prendes, Herminio Menéndez, Ramón Menéndez Palmeiro y Luisa Álvarez a la cabeza. Todos ellos fueron «gorilas» de un deporte estrella, que ahora, en cambio, no brilla como antes a la sombra del fútbol. Así las cosas, el club local Los Gorilas, fundado en 1960 por los hermanos Prendes, se ha propuesto, este verano, aumentar su «manada» por medio de divertidos cursillos de iniciación para pequeños, de entre 8 y 14 años, en el embalse de Trasona.

Allí está cada semana una docena de niños, dispuestos aprender a remar y seguir la estela de sus ídolos televisivos. «Yo lo vi por primera vez en unos Juegos Olímpicos, y me gustó tanto que le dije a mi madre que me apuntara», señaló el candasín Mael García, de 9 años, tras acabar la clase y a punto de tirarse en bomba al agua, junto al resto de sus compañeros. «A mí lo que más me gusta es bañarme al final; mola mucho», añadió, por su parte, Marcos Muñiz, de 11 años. Y es que la diversión es, precisamente, uno de los objetivos de este curso, que se desarrolla durante los meses de julio y agosto, de lunes a viernes.

«Queremos que nuevos niños se incorporen al club, ya que tenemos algunas categorías bastante vacías, pero también que lo pasen bien; eso es lo principal», explicó Secundino «Cundo» Cuervo, uno de los monitores de la Escuela. Y para conseguirlo, estos días el embalse de Trasona se llena de diversión con juegos acuáticos y carreras. «Vamos hasta la presa y volvemos lo más rápido que podemos», indicó Ismael Gamonel, de 12 años. Pero, eso sí, siempre hay alguno que queda rezagado del pelotón en el camino o que tiene problemas de estabilidad con la canoa. «Yo ya caí varias veces, pero lo paso igual de bien. Es muy divertido», dice Mael García.

Aparte de la diversión, los cursillos incluyen explicaciones sobre las partes de la embarcación y algunos consejos para controlar la piragüa. Aún así, los pequeños se quedan con la parte lúdica de la actividad y los chapoteos en el agua, aunque sin dejar de lado la posibilidad de dedicarse en un futuro a este deporte y llegar a ser un «gorila» de Carreño. Por el momento, las ganas las ponen. La cuestión es aprender y pasárselo en grande.