«Todos tenemos una praxis, que viene a ser un ritual amable, de conservar los restos de quien hemos querido y que nos ha precedido, en la vida y en la fe, como un tesoro particular que hace perdurar la memoria de estos seres».

Así comenzó el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, su homilía en la misa que ofició ayer en Lugones con motivo de la presencia de las reliquias de San Juan de Ávila, que llegaron el viernes al templo de Lugones. Según Sanz Montes, la tradición cristiana «ha reconocido siempre las reliquias como el pretexto para recordar, esperar y acoger la intercesión de estos mejores hijos de la Iglesia que han sido siempre los santos».

Y añadió que la parroquia de San Félix acoge las reliquias «de un sacerdote santo que respondió a la pregunta que hizo para siempre Jesús, y que fue si le amamos». El templo se llenó de fieles, entre los que se encontraron varias monjas, para asistir a la misa, concelebrada por doce sacerdotes. Después hubo procesión con las reliquias (el corazón y la clavícula del santo). Éstas llegaron el viernes al templo sierense, después de la diócesis de Córdoba eligiese Lugones como uno de los lugares de peregrinación de los restos con motivo del año jubilar Avilista.

Según destacó el arzobispo, San Juan de Ávila ha sido uno de los santos «que ha testimoniado su amor extremo y sincero a Dios en la persona de Jesús».

También citó a Santa Teresa, coetánea de Juan de Ávila, y definió su época «como un período de tiempos recios que reclamaban la audacia y la santidad y en la que los asustados no tenían nada que decir ni que aportar». Santa Teresa entró en el núcleo de amigos espirituales de San Juan de Ávila y lo hizo «en una época convulsa, compleja y a la vez apasionante». Y destacó lo que dijo Santa Teresa: «Hay que ser amigos de los amigos de Dios».

Sanz Montes afirmó que el testimonio del discípulo de Jesús «no nace por la curiosidad por lo que hizo o dijo» y destacó «que amarle y guardar sus mandamientos es la fidelidad cristiana». También dijo que «sólo ama aquel que no censura ninguno de los factores que componen la vida y la palabra de la persona amada. De esto Juan de Ávila es maestro y doctor».

El arzobispo de Oviedo explicó que la doctrina de San Juan de Ávila «consiste en saber a lo que sabe Dios» y con su obra «nos propone un modelo de pastor bueno, aprendiendo de su enseñanza de doctor en las letras del evangelio y acogiendo con magnanimidad la intercesión de su palabra».