«¿Tenemos el derecho a la paz? ¿Está vinculado al derecho a la vida?». Carlos Villán Durán, ex jurista del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos en Ginebra y presidente de la Asociación Española para el Derecho Internacional de los Derechos Humanos (AEDIDH), formuló este par de cuestiones durante una conferencia en San Esteban de Pravia con motivo de la presentación del documento de proclamación del derecho a la paz firmado en 2010 en Santiago de Compostela, al que se han adherido el Ayuntamiento de Muros de Nalón y la Escuela Universitaria de Turismo de Asturias.

Villán Durán dio una respuesta afirmativa y aseguró que la construcción jurídica de los derechos a la paz y a la vida fue llevada a cabo por la sociedad civil sin la intervención de ningún Gobierno. En 2005, un grupo de juristas se reunió en Guernica empujados por la frustración que supuso la entrada de España en «la guerra ilegal de Irak desencadenada por los Estados Unidos», señaló el jurista. «Fue llevada a cabo en contra de la voluntad del pueblo. Además, violaba la Carta de las Naciones Unidas», asegura. Durante el cónclave, se embarcaron en la tarea de establecer una declaración sobre el derecho humano a la paz.

Apenas un año después, en octubre de 2006, quince expertos se citaron en Luarca y dieron luz a un documento que, tras recorrer todo el mundo y pasar varios filtros -entre ellos, un comité integrado por diez personas-, fue aceptado por la sociedad civil internacional en el Foro Social Mundial celebrado en Santiago de Compostela en diciembre de 2010.

La declaración de Santiago hunde sus raíces en la Carta de las Naciones Unidas y en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Uno de sus objetivos es lograr conseguir la paz mediante la ausencia de las guerras. «A día de hoy, existen cuarenta conflictos armados. La mayoría no es ni recordada, puesto que no sale en los telediarios», explica el jurista. Asimismo, el documento persigue eliminar las diferencias y erradicar la pobreza, «porque generan violencia estructural. Queremos que la ONU haga suya esta declaración. La paz es parte esencial del derecho a la vida».

La declaración incluye la creación de nuevos derechos, entre ellos a la desobediencia civil, a la objeción de conciencia y a la resistencia contra la opresión. Uno de sus puntos fuertes es la inclusión de un derecho al desarme. Villán señala que «la carrera armamentística es tremendísima. Mueve 1.740 millones de dólares en un año. Ese dinero sería mejor invertirlo en alimentación y cubrir otras necesidades».

El jurista señala que España ocupa el séptimo puesto en el ranking mundial de venta de armas y asegura que la tendencia es creciente: «El señor Morenés, ministro de Defensa, es un vendedor de armas. Ésos han sido sus méritos para ocupar el cargo que ostenta». Además, advierte de que el Ejecutivo de Mariano Rajoy ha incrementado la venta. Villán señala a Marruecos como uno de los principales clientes y asegura que España vendió bombas de racimo a Gadafi «hasta tres meses antes de la intervención de la OTAN en Libia».

Según los datos del jurista, el hambre afecta a 870 millones de personas en el mundo, sobre todo a mujeres y niñas. «No habrá paz mientras haya millones de personas hambrientas, eso es lo que espolea el terrorismo y el fundamentalismo religioso», sostiene. Del mismo modo, considera que la actual situación económica ha provocado que en España también se registren casos de hambre y malnutrición. Y se pregunta: «¿Dónde está el derecho al trabajo de los casi seis millones de parados que tenemos en España?». Por otra parte, el jurista señala que el Consejo de Seguridad de la ONU ya no representa las necesidades actuales y solicita una revisión del derecho de veto. «Se debería revisar, reducir o suprimir», manifiesta.

El presidente de AEDIDH y el resto de expertos siguen trabajando por todo el mundo para que la ONU apruebe la declaración. La fecha marcada para su posible aprobación es el 10 de diciembre de 2014. Sin embargo, se ha encontrado con las trabas impuestas por Estados Unidos y otros países, entre los que se encuentra España. «¿Por qué? Júzguenlo ustedes mismos. ¿Lo conseguiremos? Creo que sí», concluye.