«Quiero animar a todas las personas que, por una causa u otra, no estén pasando por el mejor momento porque siempre hay una puerta abierta a la esperanza. No tiréis la toalla, que cuando menos lo esperéis todo empezará a arreglarse». Lo dijo ayer Luisa Álvarez, múltiple campeona de España de piragüismo y olímpica en Barcelona-92 y en Atlanta-96. Es el código del deporte, y de la superación, que la campeona de La Matiella conoce bien y que ayer centró parte de su lectura del pregón de las fiestas del Santísimo Cristo de Candás, que acaban de comenzar.

Acerca de su trayectoria deportiva, dice que no lo tuvo nada fácil, y apunta que sirve como espejo de la situación actual que vive la nación. «No fue un camino nada fácil, tuve que luchar contra muchos obstáculos y saltar por encima de muchas zancadillas». Con 20 años tuvo que retirarse de la competición, ya que a finales de los setenta las mujeres no tenían opciones para formar parte de la selección nacional.

Esa situación cambió a las puertas de Barcelona-92, que pillaron a Álvarez en la treintena y sin entrenar. «Competí por un puesto en la Olimpiada con chicas a las que no podía superar, pero todo es cuestión de no desesperar demasiado y de trabajar y luchar por lo que creemos», dijo. Consiguió su meta.

Álvarez presumió, como deportista que sigue siendo, del nivel deportivo de su municipio, Carreño. «Estoy segura de que, si se hiciera un estudio, este concejo estaría a la cabeza del ranking mundial de población que realiza actividad física, sin lugar a dudas», aseguró, para añadir que «si de algo estoy muy contenta es de ver la alta participación que tienen las mujeres del concejo en la práctica deportiva, no como cuando yo empecé, que éramos unas pocas las que lo practicábamos y en ocasiones estaba hasta mal visto».

Se acordó del Cristo durante su infancia y juventud, y desempolvó algunas de sus viejas tradiciones, muchas de las cuales continúan vigentes. «Los fuegos artificiales, los desfiles de charangas, la emotiva procesión y misa del Cristo... eran motivo para que se acercaran hasta Candás muchísimas personas», señaló, y en esto último sí que se nota el cambio de época.

Pero no dudó en recomendar las fiestas del Cristo como una excusa perfecta para olvidar por unos días «las tristezas y preocupaciones del día a día, de estos tiempos». Eso sí, disfrutándolas como se debe, «con la familia, los amigos o los amoríos». Cuando concluyó su pregón, ante un repleto teatro Prendes, sonaron con estruendo los voladores, y las fiestas del Santísimo Cristo quedaron oficialmente inauguradas.