Es extraño, pero los candasinos han conseguido vencer las penas volviendo al pasado. Juntos han bailado la danza prima y juntos han entonado los cánticos que antiguamente sonaban en las fábricas de conserva y en los chigres del pueblo. Con todo, ayer Candás estalló de alegría con las fiestas del Cristo y su gente desbordó las calles de la villa para cantar eso de «Fui al Cristu y enamoreme, fui al Cristu y enamoreme, mal haya de enamorar».

En verdad, la pauta la marcaban los integrantes del «Coro de la bodega», una agrupación formada por voces cien por ciento candasinas y surgida a raíz del certamen de coros de Asturias «Canciones de la bodega», que ayer se vistió de gala para ofrecer su primera actuación en la plaza de La Baragaña. Sin embargo, tal y como animó su director, Salvador Cuervo, desde un principio, el coro fue sumando voces. Hasta que finalmente el pueblo entero se entregó a sus canciones, que no son otras que las de toda la vida.

Pero si este momento fue mágico, qué decir del baile de la danza prima, que minutos antes acaparó las miradas del público. Vecinos, ataviados con el traje de mahón y de sardinera y cogidos de las manos, se mecían hacía delante y hacia atrás, con delicadeza, llenando de tradición y ritmo La Baragaña. «Santo Cristo de Candás», repetían una y otra vez, al tiempo que le imprimían pasión.

Pero quizá el instante más especial que vivió ayer Candás fue el de la entrega de la «Marañuela de oro» al pintor local Alfredo Menéndez, por parte de la asociación de hosteleros de la villa marinera. El protagonista indiscutible de estas fiestas, por el galardón, la recuperación del mural de la «Salve marinera» y la exposición con sus retratos en el muelle, regaló sabias palabras a su gente con constantes alusiones al pasado.

«En este trocito de Candás que es la plaza de La Baragaña querría recordarles, entre la danza y los coros, la alegría que había en aquel pueblo de casitas bajas y puertas abiertas», comenzaba Menéndez su discurso para pasar a recordar a todos esos personajes a los que un día decidió dar forma sobre el lienzo y que escriben hoy las páginas de la historia del concejo. Gracias a ellos consiguió calar entre el público un mensaje optimista, que aunque no salió de su boca con estas mismas palabras, viene a decir lo mismo: «Si nuestros antepasados pudieron hacer frente a las adversidades, nosotros también». Y vaya si los candasinos lo entendieron. Al minuto, el pueblo retumbó de alegría. La misma que saldrá a flote durante la jornada de hoy, día grande de las fiestas, que arrancará ya a las siete de la mañana con la Alborada en el muelle local. Posteriormente, a las once y media, saldrá de la iglesia la procesión del Santísimo Cristo y habrá misa solemne. Ya por la tarde llegará la juerga con el desfile de charangas y la verbena.