Candás,

Braulio FERNÁNDEZ

La curva de A Grandeira, parroquia de Angrois, a tres kilómetros de Santiago de Compostela. Cerca de un centenar de muertos y decenas de familias destrozadas por la peor tragedia ferroviaria en España recientemente. Ocurrió el pasado verano. Ese es el saldo negativo. Y el positivo, las muestras de unión y superación de los habitantes del lugar, de voluntarios, de los que se han dado a conocer como "héroes de Angrois". Entre ellos, el numeroso personal de Cruz Roja sin el que la dimensión de la catástrofe pudiera haber sido peor.

"Eran los fuegos del Apóstol, estábamos en la plaza del Obradoiro, y cinco minutos después estábamos allí en medio de la tragedia", recuerda Carmen Reigia, Jefe de operaciones del dispositivo de Cruz Roja tras el accidente del Alvia en Santiago. "Allí tenían varias ambulancias, instrumental médico, y humano, y la respuesta pudo ser inmediata", añade. Algo que evitó que el caos, lógico en estas situaciones, fuera a más.

Reigia, así como otros cuatro compañeros de Cruz Roja, Daniel Fernández, Manuel Veiga, Laura Cerviño y Beatriz Álvarez, estuvieron ayer en Candás para ofrecer su experiencia a los asistentes de las jornadas nacionales de equipos de respuesta inmediata en emergencias. Ante un numeroso público, Reigia y sus compañeros contaron cómo fue su papel en aquella noche trágica.

Son personas, voluntarios en su mayoría, enfrentándose a una situación inesperada, ante la cual lo primero es sentir incluso miedo. "Al principio se desconocían muchos detalles, no sólo sobre el número de víctimas, sino que también había dudas de lo que había pasado, por qué había descarrilado el tren, si habría sido un atentado... Así que hubo incertidumbre, pero sólo entramos cuando la zona es cien por cien segura", recuerda Reigia.

Su labor fue, principalmente, la de dar traslado a los heridos, graves y leves, al hospital. "Cuando llegas a un lugar como aquel, no sabes si lo que vas es a salvar una vida o a recuperar un cadáver, así que es duro", señala el responsable provincial de socorros y emergencias de La Coruña, Daniel Fernández. Y eso a pesar de que muchos de los que permanecieron junto a las vías ya habían pasado por situaciones similares o peores. "Algunos compañeros habían estado en el terremoto de Lorca, o incluso en Haití".

El trabajo que llaman psicosocial fue muy duro en aquellos días siguientes a la tragedia. "Tratamos de tener a los familiares informados, es mejor para ellos que conozcan una mala noticia a que se pregunten qué pasa", señala la psicólogo del equipo de respuesta inmediata en emergencias de la Cruz Roja, Laura Cerviño.

Todos ellos se encontraban aquella triste noche de Santiago, llegando lo antes posible a los hospitales, preparando a los familiares para la tragedia, en definitiva, ayudando a salvar vidas, lo que les valió el apelativo de "héroes de Angrois". Una labor que ha sido recordada y aplaudida en Candás.