Con apenas cinco clubes en activo, los deportes autóctonos en Asturias viven hoy su momento de mayor declive. Sin embargo, Carreño puede presumir de ser el único concejo que tiene en su territorio dos de estas agrupaciones. Se trata de los equipos de Perlora y Monte Areo, en Guimarán, cuyos integrantes llevan más de quince años divirtiéndose con aquellos trabajos, que años atrás desempeñaron sus antepasados, como la corta con hacho y tronzón, el tiro al palo, la cuerda y la carrera de lecheras, entre otros muchos.

Ambos clubes vivieron el boom de todas estas especialidades, pero desde que desapareciese la Federación de deportes tradicionales de Asturias, dicen sus componentes, que no han parado de ver, en estos últimos años, cómo la mayoría de entidades regionales se han disuelto. Aun así, los carreñenses siguen al pie del cañón por afición, pero ante todo por seguir con la tradición. Mas aún cuando hay quienes temen que los deportes autóctonos puedan llegar a extinguirse. «Ahora mismo no hay relevo generacional, así que si continuamos es, en parte, por miedo a que si nosotros lo dejamos, esto se pierda», asegura Toño Bueno, del equipo perlorín. Sin embargo, Jesús López, presidente del club de deporte rural Monte Areo, es más optimista, aunque opina que la introducción de estas modalidades en los colegios debería de potenciarse más para garantizar su pervivencia, además de recibir mayores apoyos por parte de los ayuntamientos.

Pero al margen de ello, lo que en verdad ha terminado de hundir a los deportes rurales es la ausencia de competición. «De nada sirve que seas el mejor si no hay liga. No te puedes medir con nadie y eso no motiva a mucha gente a seguir», lamenta López. De esta forma, mientras que en el País Vasco está la élite de los deportes rurales, en Asturias, los practicantes se tienen que conformar con ofrecer exhibiciones y entender esta actividad simplemente como hobby. Pero un hobby que en Carreño engancha.