Para quien no conozca su historia, ese lugar de Guimarán puede que pase desapercibido. Como mucho, algún curioso al volante le habrá dirigido una leve mirada. Pero para quien haya leído algo acerca de su pasado, no podrá evitar contemplarlo desde la carretera, por muchas veces que ya lo haya hecho. Incluso alguno sentirá la necesidad forzosa de aproximarse hasta la verja, atravesando primero un estrecho camino, flanqueado por majestuosos árboles. ¿Qué encanto especial tiene ese espacio? La placa, situada en la puerta de entrada, posee la respuesta: "Yo tengo mi casa de campo en la marina, donde los montes alzan poco la cresta y parecen las olas suaves y nada altaneras que se deshacen sobre la playa en ondas graciosas, tenues, cada vez más tenues hasta ser un cordón de encaje entre el sol y la arena (...)". La cita finaliza con una firma: Clarín.

Esa finca, situada en el barrio de La Rebollada, en Guimarán, a la que nuestros ojos hace, inmediatamente después de esa lectura, un profundo barrido, fue en el pasado residencia de verano del ilustre escritor Leopoldo Alas "Clarín". El paisaje que se puede contemplar todavía hoy desde ese solar, con el valle y el Monte Areo al fondo, le sirvió de inspiración a este personaje, que llegó a configurar hasta catorce obras en las que el nombre de Carreño aparece grabado en sus páginas. Desde novelas como "La Regenta" o "Doña Berta" hasta cuentos, como "Boroña" o "Viaje Redondo". Una inspiración que todavía permanece viva en aquel lugar y que se percibe nada más abrirse la puerta de entrada y pisar su territorio.

Allí, a la entrada del viejo palacio de los Señores de Alas, está Manolita Suárez Galán, su actual propietaria. Esta avilesina, junto a su marido ya fallecido, José Sánchez Cima, también natural de la villa del Adelantado, adquirieron la vivienda hace más de 40 años, tras la muerte del famoso escritor y su hijo. Según cuenta Suárez, desde un pequeña sala donde poder resguardarse del fuerte viento de la mañana, su esposo, conocedor de su pasado, se enamoró de aquel solar en cuanto lo vio.

En aquel momento, prosigue, todo "estaba en ruinas; daba pena. La capilla estaba cayendo y la casa permanecía llena de ratas". No obstante, Sánchez Cima hizo todo lo posible por levantar la historia de Clarín en Carreño. Y así fue. Pese a los cambios sufridos, el solar todavía conserva la casa central de dos plantas, con su viejo corredor, el mirador o cenador y la capilla de piedra, que data de 1871 y está dedicada a la Purísima Concepción. Antiguamente, también existía una panera, pero al derrumbarse fue sustituida en 1975 por un hórreo.

De sus primeros años en Guimarán, a Manolita Suárez le viene a la mente el recuerdo de un "señorina, de 101 años, de la que me hice muy amiga y me contaba que venía a coser a esta casa cuando todavía vivía Clarín". Esta mujer fue una de las primeras personas en desvelar a Suárez la historia que escondía cada rincón de su nuevo hogar. A raíz de ahí, el interés de vecinos y turistas por la Quinta de Clarín fue en aumento. En los últimos años, Manolita Suárez llegó a recibir en su casa a más de seis excursiones al año, aparte de visitas de particulares. "Venían niños con los colegios, del Imserso, gente de Carreño, Gozón, Avilés, Gijón... e incluso, de otros puntos de España. Muchos andaluces tienen venido aquí", explica.

Sin embargo, ese ajetreo de turistas del que habla ha llegado, por ahora, a su fin. "Estoy muy cansada ya. Siempre abrí las puertas de mi hogar de par en par a quien me lo pidiese, pero llega un momento en el que te hartas, porque no ves ningún detalle por parte del Ayuntamiento de Carreño. Ni siquiera una tarjeta de Navidad", lamenta Suárez, que cree, además, que su casa ya no es sólo importante para su familia, sino que se ha convertido en un símbolo en todo el concejo. Por ello, reclama ayudas. "Esto es muy grande -173 metros cuadrados aproximadamente- y ya no puedo con todo. El cenador hay que pintarlo, la capilla necesita una restauración... Si por lo menos viniese alguien cada dos meses a arreglar el verde, ya estaría todo mejor", manifiesta.

Aunque su cabeza, hoy por hoy, no atienda a una visión muy optimista, la actual dueña de la Quinta de Clarín confiesa que no abandonaría Carreño y ni mucho menos el escenario natural en el que reside. "Me encuentro mucho aquí. En su día me adapté muy bien y ahora con ir un día a Avilés a hacer la compra ya es suficiente", comenta. El resto del tiempo es para disfrutar del lugar donde Leopoldo Alas "Clarín" dio rienda suelta a su imaginación y escribió con su pluma tantas buenas novelas.