La crisis se encaja con bolillos. Cada vez son más las mujeres, y también hombres, que se animan a probar suerte con los hilos. Así quedó demostrado ayer en la novena edición de un encuentro local, que congregó a más de 300 aficionadas de Asturias, Galicia, Cantabria y León en la antigua fábrica de conservas Ortiz. La razón, según apuntaron un grupo de ellas, es la tranquilidad y el entretenimiento que esta practica aporta en el día a día. "Con el bolillo se cura cualquier depresión, porque como tienes que estar concentrada, te olvidas de todo lo demás. Pasa el tiempo volando", explicó, muy animada, Berta Reigosa, procedente de Mondoñedo (Lugo).

El encaje se ha convertido pues en el mejor antídoto contra los problemas y en la fórmula perfecta para sonreír en estos tiempos de dificultades económicas. Así lo opina también Maruja Jiménez, integrante del Aula de Adultos, la asociación que cada año impulsa este encuentro. "Es una práctica que estimula tanto, que te olvidas de todas las preocupaciones", afirmó. Prueba de ello es el creciente número de concentraciones que ya se organizan en España. "Hay muchas hoy en día y asisten multitud de personas", aseguró Berta Reigosa. Y no es para menos: "Esto es muy bonito y acabas enganchada".

Pero lo cierto es que no sólo engancha a mujeres, sino también a hombres y a niñas. Eso de ver a un chico mover con rapidez las bobinas de hilo sobre un mundillo (la almohadilla que se utiliza como base para el encaje) ya no es tan raro. El bolillo poco a poco deja de ser sólo cosa de féminas. "Empecé hace doce años; siempre me gustó y cuando encontré tiempo me puse a ello. Y me encanta, porque así tengo la mente ocupada y comparto mi afición con otra gente", comentó el gijonés Roberto Álvarez.

Otro hombre también presente en Candás fue el ovetense, aunque residente en Pola de Siero, Felipe Aira. En plena faena, explicó que se inició hace dos años. Como el resto de encajeras presentes en el evento, destacó la tranquilidad y la relajación que le aporta el encaje.