El reparto del gochu de Noreña triunfó como siempre, pero esta vez, además, añadió un color al marrón tostado de la carne y el blanco de los que la ofrecían: el azul de la reivindicación. Los trabajadores del Matadero Central de Asturias asistieron al reparto ataviados con sus habituales camisetas que claman contra el cierre del macelo, pero no sólo fueron a comer. También a echar un cable.

"Nos faltaba gente de las que habitualmente vienen a repartir, y se ofrecieron de ayudantes estos trabajadores del Matadero", explicó Tere Jaime, que está entre los que parten y reparten la carne de cerdo desde hace nada menos que cuarenta años.

Los trabajadores que, cuchillo en mano, ayudaron a despiezar las ochenta paletillas preparadas para la ocasión fueron Carlos García y Juan Carlos Cuervo. "Venimos a reivindicar, y a ayudar en lo que podemos", dijeron.

Ayer, al ver que amainaba la tormenta que amenazaba con acabar con todo, Tere Jaime volvió a confirmarse en su convicción de que "esta fiesta siempre triunfa; los primeros años había algo menos de gente, pero hace mucho tiempo que se llena todos los años; el reparto gratuito de carne es muy atractivo".

Fue en los jardines del Ayuntamiento, y pasaron por allí más de mil comensales, que dieron cuenta de cerca de 400 kilos de carne. Entre ellos, había quien se conformaba con su ración de carne de cerdo y quien iba mucho más preparado. En este segundo caso estaba un grupo de mujeres de Noreña que son habituales de la fiesta desde hace muchos años: Vicen Villa, Taté Blanco, Loli Celada, Virgina Mosquera, Flor María Junquera y Carmen García.

"Para nosotras, esto es sólo el principio; solemos estar aquí toda la tarde y quedarnos hasta por la noche", explicó Loli Celada. Y se notaba que iban preparadas a conciencia para ello: con mesas y sillas plegables y mucha comida que sumar a la preciada carne de porcino: la suficiente para aguantar toda una jornada sin desfallecer.

Otros, como Carlos Muñiz, acudían con su familia a reponer fuerzas después de haber participado en la dura prueba ciclista que, coincidiendo con las fiestas, se organizó con salida y llegada en el parque de Los Riegos. Los ciclistas tuvieron suerte. La tormenta apenas los rozó.

Y para los comensales no fue menor la suerte. "Teníamos miedo a la nube, que empezara a llover y que se nos fuera la gente", dijo Tere Jaime, contenta con que brillara el sol a la hora adecuada, en torno a las dos de la tarde, cuando comenzó el reparto. Noreña confirmó una vez más su condición de capital gastronómica de Asturias, y la carne de cerdo volvió a ser un importante factor de atracción para animar el sábado de las fiestas del Ecce-Homo.