El celo de los venados ya ha comenzado y, con él, su cortejo, la berrea. Para escuchar y ver este ritual es necesario madrugar y estar al amanecer en el monte. Este calor impropio para septiembre está provocando que cuando llega el día dejen de bramar. Requieren un ambiente más fresco y también sería favorable que lloviera. La sierra de Peñamayor, en su vertiente naveta, es uno de los mejores escenarios para contemplar la berrea.

La Peña del Águila, en el límite con Piloña, es un lugar propicio para ver y oír a los venados. Escogen lugares altos y laderas para dar rienda suelta a su instinto de procreación. El reloj marcaba ayer las siete y media de la mañana cuando ya empezaba a amanecer y unos cinco machos lanzaban sus bramidos en esta peña. La finalidad de estos sonidos, que retumban por el valle, es tanto ahuyentar a los machos rivales como atraer a las hembras. Unas veinte se concentraron ayer en este punto.

Para ver a los ciervos es recomendable ayudarse de un telescopio o de unos prismáticos, aunque también es posible divisar a los animales a simple vista. Por la noche resulta más fácil escuchar su bramidos, pero es más difícil avistarlos. Cuando llega la mañana, antes de las ocho, empieza a cesar la berrea, que en días más otoñales se puede prolongar durante toda la jornada. Los ciervos también braman al atardecer y por la noche.

"El aire de sur y el calor retrasan la berrea y, si sigue así, puede que este año sea mala, que no sea tan explosiva", destacó el presidente del coto, Juan Corte, aunque matizó que la escasez de bramidos no significa que no procreen.

El macho más fuerte es el que se queda con las hembras y logra montarlas. La cópula es muy corta: "dura un segundo", explica Corte, quien la compara con la de un toro y una vaca. Pero el vencedor no tiene por qué ser el mejor o el que emite los bramidos más sonoros, pues las hembras se fijan en el dominante. Las peleas entre los machos por tratar de imponerse son frecuentes, aunque díficiles de observar, y algunas acaban trágicamente porque muere o se despeña alguno de los contendientes.

La gestación de las ciervas se prolonga durante nueve meses, por lo que, si el período de celo dura tres semanas -desde mediados de septiembre a octubre-, las crías suelen nacer en junio. Lo habitual es que la mayoría de las hembras queden preñadas. Lo garantiza el hecho de que copulan con varios machos, al igual que éstos montan también a varias hembras. El comportamiento de unas y de otros es diferente, pues mientras las hembras acostumbran a ir en grupos de cinco o seis, los machos compiten entre sí por el control del harén.

El calor de estos días obligó a continuar la ruta por Peñamayor para descubrir más ejemplares. El presidente y el guarda del coto, Juan Corte y Arsenio Pérez Mayor, respectivamente, son los expertos guías que impiden que el grupo se pierda en la sierra mientras busca este gran espectáculo otoñal de la naturaleza. Desde El Caneyu se divisaron otras dos hembras en El Cobayu. La Llana es otro buen lugar de observación.

Alrededor de las nueve de la mañana los venados ya no bramaban ayer, por lo que la atracción era localizar a los ocho animales que se camuflaron entre la vegetación. De repente, un macho de doce puntas, de unos seis años, echó a correr y los objetivos de cámaras y prismáticos le conviertieron en protagonista.

Corte recordó que los venados fueron introducidos en Peñamayor hace unos 70 años y su población ronda hoy los 500 individuos. La sarna está afectando a un 10% del censo. En esta sierra también hay unos 70 rebecos y otros 500 corzos. Arsenio Pérez explica que la población de jabalíes, como es más fluctuante, resulta difícil de cifrar. En la excursión por el monte otro macho se guardó entre el matorral en La Cota. Daba gusto verlo saltar y correr, a pesar de que llevaba una soga enganchada a la cornamenta.

Quien desee disfrutar la berrea en primera persona puede participar en las visitas guiadas gratuitas que se ofrecen del 25 al 27 de este mes, y del 2 al 4 de octubre. Hay que reservar plaza. Facilitan más información en la Comarca de la Sidra y el Ayuntamiento de Nava.