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A los 100 sólo se llega con felicidad

Conchita López y Conchita Llano, residentes en el geriátrico de San Román de Candamo, celebrarán un siglo de vida el próximo lunes

Conchita López y Conchita Llano, ayer, en la residencia de San Román de Candamo. S. ARIAS

Dice el cantante Joaquín Sabina en su canción "Pastillas para no soñar" que "si lo que quieres es vivir cien años, no pruebes los licores del placer". En la residencia geriátrica de San Román de Candamo, Conchita López Pérez tiene otra receta para alcanzar el siglo de vida: "Hay que estar tranquila y ser buena, eso da felicidad". Y lo dice de buena tinta, ya que el próximo lunes celebrará, junto a su compañera Conchita Llano Inclán, su centenario.

Ambas han cumplido cien años en lo que va de año y la residencia lo celebrará por todo lo alto junto a los familiares de la dos homenajeadas, en lo que se espera sea una fiesta para recordar. Es una cita muy emocionante para Conchita López, quien asegura que nunca se imaginó que llegaría a cumplir un siglo porque trabajó incansablemente durante toda su vida.

López, hija de Sabino y Brígida, nació en Cudillero. Su padre faenaba en la mar y llevaba a casa el dinero para mantener a sus cuatro hijos. "Jugué mucho, pero a la escuela iba poco", detalla. En la vila pixueta vivió hasta los 12 años, cuando la enviaron a servir como niñera a una casa de Pravia.

Cuando era una moza solía disfrutar de las fiestas como la que más, y en Pravia conoció al que fue su marido, José Miguel, con quien tuvo un hijo al que adora y que la visita todos los días. Cuando López pasó por el altar tenía 40 años, algo raro para la época, pero, como ella misma explica, "era joven bastante".

Después de trabajar en varias casas, entró como cocinera en el colegio San Luis de Pravia, donde sus garbanzos con bechamel o vinagreta eran más que famosos entre el alumnado. Y eso que lo de pasar la mañana entre fogones tampoco es que le gustara demasiado, pero era lo que tocaba.

Así rememora López su vida. Por el contrario, Conchita Llano Inclán ya no puede atisbar los recuerdos del pasado. Su sobrina, Ana Mary Selgas, lo hace por ella. Llano nació en el barrio del Palación de Villavaler (Pravia), donde se crió con sus padres, Josefa y Francisco, y con sus tres hermanas Sofía, Ramira y Carmen. Pronto el destino la llevó hasta Oviedo con su hermana mayor, que estaba casada en la capital. Allí estudió Comercio. Luego llegó la Guerra Civil; una vez finalizada la contienda, empezó a trabajar en la oficina de los almacenes de su cuñado.

Aunque su destino estaba en Madrid, donde pasó la mayor parte de su vida. "Era muy guapa y presumida, siempre iba muy bien vestida", comenta su sobrina. Le gustaba tanto pasar los veranos en Villavaler que terminó por quedarse, hasta que en 2006 llegó a la residencia de San Román. Pese a la falta de memoria, Llano no ha perdido el sentido del humor, con el que saca una sonrisa a sus cuidadores pese a lo dramático de la situación. Tampoco se ha quedado sin su capacidad intelectual, ya que no es raro oírla hablar de economía. También su mal genio sale a relucir en cuanto no escucha bien lo que se dice alrededor.

El próximo día 31 cumplirá 100 años y lo celebrará junto a su compañera Conchita López, quien tiene muy claro, tras un siglo de avatares, que "lo mejor de la vida es estar sentado sin hacer nada".

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