Un hombre honesto y humilde, y un gran servidor de lo público. Así definen, quienes le conocieron, a José Ramón Morilla, el que fuera secretario municipal del Ayuntamiento de Siero durante casi tres décadas, fallecido este viernes a los 79 años de edad, tras una prolongada enfermedad. Una persona que dejó un gran recuerdo en la localidad y en el propio Ayuntamiento, y al que los polesos despidieron ayer en un emotivo funeral oficiado en la iglesia parroquial de San Pedro.

"Siero pierde a una persona de un valor incuestionable y el Ayuntamiento, a uno de los mejores funcionarios que yo conocí en mi vida". Así califica la pérdida de Morilla el que fuera alcalde del cuarto concejo asturiano, de manera ininterrumpida, entre 1979 y 1995, Manuel Villa.

Natural de Oviedo, Morilla comenzó su labor como secretario municipal en el consistorio sierense aún en tiempos de Julio Fernández Noval, uno de los últimos regidores de la etapa preconstitucional.

Durante el mandato de Villa, Morilla fue pieza fundamental de un Ayuntamiento que gestionó el espectacular crecimiento de un concejo que, años después, acabaría consolidándose como el cuarto de Asturias. Fueron años de grandes desarrollos urbanísticos y de obras de gran relieve, como el Mercado de Ganados.

El antiguo regidor, visiblemente emocionado, no escatima elogios al que fuera uno de sus más estrechos colaboradores durante su etapa política: "Era muy serio y riguroso en su trabajo, pero nunca tuvimos ni una palabra más alta que otra, ni un desacuerdo... nada. Si él decía que debíamos dejar un tema sobre la mesa, se dejaba. Porque nadie sabía más de Urbanismo ni de Derecho administrativo", explica Villa.

Pero si su capacidad profesional despierta elogios, su valía personal también: "No hay más que mirar su esquela para constatar la humildad de la que siempre hizo gala: apenas dice que fue empleado municipal, cuando era el secretario general", dice Villa.

Morilla trabajó con otros dos alcaldes de Siero: el popular José Aurelio Álvarez (1995-1999) y el socialista Juan José Corrales, con el que convivió desde 1999 hasta su jubilación, a finales del año 2001. En estos mandatos coincidió en el Pleno con la edil Pilar Domínguez, que ayer asistió al funeral por su alma. "Era una persona seria y trabajadora, pero muy respetuosa, sumamente educada. Cuando te veía por la calle siempre te saludaba, y hacía incluso el ademán de quitar el sombrero", explica Domínguez.

De su labor como secretario, Pilar Domínguez recuerda una anécdota a cuenta de los presupuestos del año 2001: "Estábamos en el Pleno, un 31 de diciembre de 2000. Eran las doce menos cuarto y, cuando una concejala sugirió, medio en broma, pedir champán, él dijo: 'El Pleno está convocado para el 31 de diciembre, y en un cuarto de hora será uno de enero, por lo que se levantará la sesión'. Después de que dijo eso, en cinco minutos negociamos los presupuestos", relata.

Al funeral, además de familia y amigos, asistieron la propia Domínguez y otros representantes municipales, encabezados por el alcalde Eduardo Martínez Llosa. Los exalcaldes José Antonio Noval y Julio Fernández Noval, otros antiguos ediles como Juan Camino y varios empleados municipales, entre otras personalidades de la localidad, también acudieron a despedir a Morilla.