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"Brunete", el loro Symmachiarii de Luanco

Al Oviedo le ha salido en Luanco un seguidor ultra muy especial; un loco que canta y baila sin parar el himno del Oviedo

"Brunete", de 5 años, posa como una estrella ante la cámara. R. SOLÍS

Se llama "Brunete", es un loro gris africano y es hincha del Real Oviedo. Desde hace tres meses no para de cantar y bailar en su jaula de Luanco el himno de los Symmachiarii, el grupo de aficionados más acérrimo del club azul. Aunque le cuesta soltarse ante desconocidos, "Brunete" sorprende de vez en cuando con un: "Vamos, vamos, Oviedo". "Es muy miedoso y cuando no conoce, se corta. Pero sabe la canción entera", asegura Ángel Martín, un enamorado de estos animales, que muestra un vídeo en el que su mascota sale en plena actuación. "Brunete" acompaña la letra con movimientos a un lado y a otro y varios meneos de cabeza. "Se la cantamos tres o cuatro veces y en seguida aprendió la primera estrofa; la segunda le costó un poco más", explica Marta Martín, de 15 años, y la única de la familia a la que el loro deja darle mimos. "A los demás, nos muerde, y eso que nació en casa y fue criado a mano ya desde los cinco días", cuenta Ángel Martín.

Pese a su temperamento, "Brunete" es un miembro más de la familia. No sólo canta, sino que también habla por los codos. Responde al teléfono, llama a los niños a comer cuando ve los platos encima de la mesa, les riñe cuando discuten, les invita a tomar el Cola Cao cuando siente el microondas y se despide de todos cuando se va a dormir. También se hace el muerto y llama la atención de sus amos moviendo los barrotes de su jaula. "Está muy loco", afirma entre risas la matriarca de la familia, Paqui Sánchez.

A "Brunete" no le gustan las entrevistas, pero sí la cámara. Posa como una auténtica estrella ante el objetivo. "A él le encanta que le contemplen; es feliz así", agrega Sánchez, que es la que pone orden en casa. "Yo soy la que le riño, porque estos animales son muy sucios; es lo malo", confiesa. Aun así, a "Brunete", de 5 años de edad, lo quieren con locura. "La satisfacción que te da es tremenda y para nosotros es uno más en la casa. Con él, nunca te sientes sólo ni te aburres", dice Ángel Martín.

Aburrirse desde luego que no. Porque esta familia luanquina tiene en total trece loros, cuatro de ellos en casa. Aparte de "Brunete", está su hermano "Cuc" y dos guacamayos de tonos amarillos y azules, llamados "Luna" y "Pablo". "El macho todavía habla algo, pero la hembra nada. Sin embargo, es una especie que interactúa más con el hombre que el loro gris africano", expresa Martín. "Cuc", por su parte, es tan parlanchín como su hermano menor. No canta, pero sí que dice frases de lo más divertidas. Una de ellas: "Estoy en mi guarida", en referencia a su jaula.

"Son animales muy listos y capaces de imitar casi cualquier sonido", sostiene Martín, que se vuelve loco con "Brunete" o "Brun", como el loro se llama a sí mismo. Aparte de pienso y fruta, al papagayo le gustan el café, el chocolate, las patatas fritas y, sobre todo, las galletas.

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