"Los de mi generación jugábamos con un trozo de madera, ahora son de plástico y eléctricas. Con esos nombres que tienen, como tornado o diamante parecen salidos del futuro", dice sorprendido el padre candasín José Manuel González.

Se refiere a las peonzas de toda la vida, un juguete veterano que ha regresado a las manos de los chavales. Cada vez son más los que vuelven a jugar en los parques de Candás con este artilugio que vuelve, sí, pero renovado. Atrás quedan aquellas que estaban hechas de madera y que animaban las tardes de los niños que hoy son padres y abuelos. Ahora las peonzas son de plástico y de colores llamativos. Las plazas y los colegios se han llenado de este sencillo juego que tiene ya muchos años de historia.

Lucas Espinosa no es el único niño que ha salido a la plaza de Candás con la peonza. A su lado está Mael García, todo un experto ya en darle vueltas a la cuerda. Y con ellos, muchos más. A pesar de que los avances tecnológicos permiten crear juguetes visualmente más llamativos, los juguetes clásicos y en especial los de cuerda, como el yoyó, las combas o las peonzas, nunca aburren, aseguran los críos, entusiasmados con la moda.

Alberto Fernández, de 77 años y con dos nietos, recuerda con añoranza la época en la que sus hijos jugaban en la calle con este popular juego. "Me alegro muchísimo que los juguetes de toda la vida se mantengan, porque trasmiten valores y hacen que los niños no se aíslen con las maquinas de ahora", señala Fernández.

El actual campeón del mundo de trompo acrobático, Mauricio González, vistió hace unas semanas los colegios públicos Poeta Antón, en Candás, y La Vallina, en Luanco, además de otros lugares en Asturias.

El mexicano enseñó las técnicas básicas de manejo, así como los trucos más espectaculares que se puedan realizar con este objeto. Ahora pequeños y mayores se juntan en las plazas del pueblo para jugar juntos a la peonza, que nunca se pasa de moda por lo que se ve y ha sabido adaptarse, con llamativos diseños, a los nuevos tiempos.