José Santos de la Iglesia Ugarte nació en Vitoria hace 62 años. Es un apasionado de la música, enamorado del órgano, que durante su vida alternó la actividad pedagógica con la investigación. Bisnieto de una colunguesa, ayer retornó a sus raíces para actuar en el V Ciclo de órgano de Villaviciosa, celebrado en Valdediós.
-¿Cómo empieza uno su relación con el órgano?
-El primer paso es merodear los pianos. Luego conoces el órgano y te seduce. Es un instrumento que atrae porque tiene gran personalidad y carácter y rodeado de historia, tradición y un mundo complejo.
-¿Cuándo lo descubre?
-En nuestra época la asistencia a la iglesia era más habitual que ahora. Con doce años toqué mi primera misa.
-Los organistas también tienen una faceta historiadora.
-Es una especie de hechizo. No se trata sólo de música, sino de su investigación. Hasta no hace mucho no se sabía demasiado del órgano porque era un campo virgen. A través de libros de fábricas, archivos y todas las fuentes posibles pudimos abordar restauraciones.
-¿Ha mejorado la conservación organista?
-Hubo un abandono por parte del ámbito eclesiástico. Una parte se debió al cambio de la línea musical de la Iglesia a raíz del Concilio Vaticano II. Aumentó la participación de los laicos en la liturgia y el órgano pasó a segundo plano. Ahora se ha avanzado.
-¿Es posible esta recuperación sin la administración?
-Muy difícil. En el caso de Álava hemos tenido mucho apoyo tanto para restauraciones como para organizar un ciclo que este año alcanzó los 30 años. No obstante, es difícil tener un apoyo así porque en los tiempos complicados la cultura siempre es la hermana ya no pobre, sino paupérrima de la familia.
-¿Existe interés de los jóvenes por el órgano?
-Sí que lo ha habido y lo hay. El problema es que a veces te encuentras con que es difícil acceder a un órgano. Yo me encontré con trabas en mis tiempos de estudiante.
-¿Cómo definiría al órgano de Valdediós?
-Es el claro ejemplo de órgano ibérico del siglo XVIII.
-¿Le ha sorprendido el monasterio?
-Es excepcional. El medio natural es maravilloso. Lo tiene todo, tanto mucha flora como la arquitectura. Mantiene muy bien ese ambiente monacal curioso o incluso tenebroso por sus impresionantes pasillos y claustros.
