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El Xiringüelu dura hasta el invierno

Los vecinos de Pravia "reciclan" la romería el día después de la fiesta: leña para la chimenea, cuerdas y plásticos para las huertas, comida para los perros y botellas de sidra

Arriba, José Luis Suárez recoge cuerdas para las fabas; sobre estas líneas, Isabel Emilia Méndez, en una caseta de la fiesta. SARA ARIAS

Lo más raro que se encontró ayer Jovino Inclán en el prado de Salcedo tras la celebración del Xiringüelu fue una pareja de chicas durmiendo a la vera del río Nalón. "Míralas, ya pasó un día y ahí siguen", comentó. Pero Inclán estaba allí para otra cosa que para velar por la resaca de los romeros. Ya es tradición: como él, decenas de personas se acercan el día después a la zona en busca de madera, botellas de sidra, cuerdas para atar las fabas o lo que sea. Una forma de dar una segunda vida a las casetas, lo que ya se conoce como el "reciclaje del Xiringüelu". "Algo siempre se aprovecha, aunque lo bueno ya se lo llevan por la noche, aún no habían marchado los de las casetas y había gente ya desmontándolas", señala Inclán.

Y es que el Xiringüelu dura hasta el invierno. O por lo menos hasta que se termina la leña que los vecinos recogen de las construcciones festivas. "Vengo a por palés, que dan buena leña, y si saco algún plástico o cualquier cosuca mejor porque hace falta mucho, con este toldo taparé la leña que llevo", señaló Tito García mientras cargaba el remolque del coche.

Manuel Menéndez también se acercó al prao de Salceo en busca de leña. Con su motosierra troceó tablas y postes: "De lo que queda aquí, siempre se pueden aprovechar muchas cosas para el campo, yo por ejemplo ya llevo la leña picada para meter en la estufa y tendré por lo menos para quince o veinte días", aseguró.

Además de la leña para calentar las casas en el invierno, los vecinos también recogen las estacas para cerrar las fincas con ganado. "El año pasado vine temprano. Ésta vez ya está todo escogido, lo bueno se lo llevan por la noche, ayer marchaban hasta con congeladores y neveras", dijo Luis López. Su hijo, Vidal López, ayudó a su padre a desenterrar los postes con el cansancio y la resaca de la fiesta reflejada en su cara.

Otro de los objetos más buscados en el prado de Salcedo son las cuerdas con las que los romeros hacen los tejados de las casetas para evitar que, en caso de lluvia, el toldo se venga abajo. "Estoy cogiendo todas porque sirven para atar las fabas y aguantan muy bien", señaló José Luis Suárez. También afanado en encontrar botellas de sidra, casi inexistentes a media mañana. "Se las llevan porque valen bien para embotellar en casa", detalló.

Lo cierto es que la estampa del prado al día siguiente de la fiesta deja mucho que desear. Montones de basura acumulados, sobre todo, en la zona dedicada al botellón, y muy mal olor. Pero los hay que pueden con todo, como Isabel Emilia Méndez, de Peñaullán, quien pese al calor y el intenso olor revisó metro a metro la zona. "Me llevo comida para mi perro 'Perico', hay tortilla, empanada, bocadillos... Y algunas botellas de refresco sin abrir, lo único que me da miedo es que esté mezclado con alcohol", indicó la mujer. En el bolsillo también se llevó un billete de cinco euros, aunque estaba roto: "Esto no es nada, por la noche encuentran teléfonos y más dinero", matizó.

Un año más, el Xiringüelu da para muchos días y aún hoy vecinos de la zona revisarán las casetas en busca de algo a lo que poder dar utilidad antes de que las máquinas limpien el área. "Hay que venir pronto porque los palés vuelan", detalló José Augusto Dos Santos. Tras él su hija pequeña buscó collares de flores, sombreros y los carteles de las casetas. Es ésta una forma de reutilizar los materiales que no molesta a los miembros de las peñas y que ayuda a muchas personas. "Con estos viajes de leña te ahorras un buen dinero cuando empiece el frío", afirmó Ramón Cano. Lo dicho, el Xiringüelu dura hasta el invierno.

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