El exciclista y periodista de LA NUEVA ESPAÑA José Enrique Cima guardaba buena parte de los trofeos que ganó en su dilatada carrera en la sede de la Peña Ciclista Cima, situada en la avenida Conde de Santa Bárbara de Lugones. Unos ladrones entraron en el local y se llevaron cerca de 120 trofeos, pero sólo la parte metálica de los mismos, desechando el resto. Tanto el deportista como su padre, que lleva el peso de la conservación del patrimonio de sus éxitos deportivos, se mostraban ayer consternados por el suceso.
Los ladrones forzaron una ventana, separaron las rejas, entraron y se llevaron los trofeos, dejando dentro las bases. "Debían estar quitándolo todo aquí, en la parte de atrás, y seguramente alguien de las viviendas de al lado los oyó y echaron a correr", aventura Cima.
El exciclista calcula que el valor económico de los trofeos sumará unos 6.000 euros, "pero el valor económico no es absolutamente nada, tenían valor sentimental, por lo mucho que costó conseguirlos y por los miles de horas de entrenamiento que había detrás", explicó.
Al quedar las bases, al exciclista le ha sido muy fácil identificar los trofeos que se llevaron. Entre ellos hay dos con un valor sentimental especial. En primer lugar, el premio "Primavera de Amorebieta", del año 1976, una carrera clásica que tenía mucho prestigio entonces y que constituyó su primer triunfo como profesional, con el equipo Novostil.Transmallorca.
Los ladrones también se llevaron la copa de la etapa contrarreloj que ganó en la Vuelta al País Vasco en Goiuria (Durango), en 1977.
Lo cierto es que no se han perdido todos los trofeos importantes de su trayectoria. En su propia casa guarda algunos que, para él, tienen un valor especial, sobre todo por los rivales a los que hubo de superar, entre ellos la copa de una etapa que le ganó en la Vuelta a España a todo un Bernard Hinault, y la de una prueba contrarreloj del Tour de Normandía en la que superó nada menos que a Eddy Merckx.
La sede de la Peña Ciclista Cima sufrió hace unos años un incendio en el que perdió numerosas fotografías, aunque poco a poco se pudieron recuperar gracias a las aportaciones de amigos y vecinos.
