"Cuando entregaron la Virgen del Carmen a este pueblo, en 1766, sabían que Torazo nunca le fallaría, y así ha sido". Con estas palabras, dirigidas desde la tradicional homilía celebrada en un balcón de la plaza Nicanor Corripio, el párroco de Torazo, Rubén Pulido, destacó la entrega de los feligreses en la organización de unas fiestas locales, que ayer volvieron a ser multitudinarias y que estrenaron con éxito su condición de interés turístico regional, pese a las fuertes lluvias con las que empezó la jornada.
Nada menos que 31 fueron los ramos que participaron en el desfile de este año, que, como es habitual, partió de la zona de La Llanxa y se dirigió hasta la iglesia para la celebración de la misa, seguida de una procesión que, previa parada en la plaza Nicanor Corripio, se desplazó hasta la capilla de la Sienra, donde los festejos concluyeron con una animada subasta cuyos beneficios permiten sufragar los costes de los festejos, animados por grupos musicales de Infiesto y Villaviciosa.
A la cita no faltaron los lugareños, ni tampoco visitantes que ya se han convertido en incondicionales. Es el caso de las pequeñas María Menéndez, Laura Rionda, Noa Zapico, Paula Fernández y Luna Prieto, que se conocieron en ediciones pasadas de este festejo y ayer aprovecharon la cita para celebrar el décimo cumpleaños de la última en la Hostería de Torazo. "Son casi todas de Gijón, pero se conocieron aquí por lazos familiares y nunca fallan a la fiesta", señala Marta Llavona, amiga de las niñas.
De más lejos vino el grupo de Emilio Guerrero, un mexicano que hace 31 años se casó con la cabranesa Victoria Reinaldo y que ayer presenció orgulloso cómo sus hijas Ximena y Natalia portaban uno de los ramos, junto al también azteca Olinserr Pichardo y el venezolano Charvel Maroun. "En los primeros años prefería pasar las vacaciones en otros países, pero me ha ido ganando la tranquilidad de aquí", indica Guerrero, que se pasó toda la mañana tomando fotos.
