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La escanda prende de nuevo

El certamen dedicado al cereal en el parque de San Antonio registra buenas ventas y atrae a interesados en su cultivo

Carmen Fernández, ayer, vendiendo pan a Jesús Antonio Alonso, en Grado. MARIOLA RIERA

Luis Barrero viajó ayer a Grado desde su localidad de residencia, Ribadeo, para visitar el Certamen de la Escanda, que se instala una vez al año en el parque de San Antonio, coincidiendo con el bullicioso y animado mercado dominical de la villa moscona. El de Barrero fue un largo desplazamiento con un doble objetivo: comprar pan de escanda y aprender sobre el cultivo de un cereal del que se tiene constancia en Asturias desde hace 3.000 años.

Recaló en el puesto de Enrique Malo, que tiene un obrador tradicional en Bimenes y al que realizó todo tipo de preguntas. Así descubrió que las piezas realizadas con dicho cereal son bastante pesadas, muy contundentes y compactas; y pueden consumirse hasta 5 días después de su elaboración u optar por congelarlas en pequeñas raciones. "En las que yo hago, al ser tan compactas, penetra poco oxígeno y esto ayuda a conservarlas", explicó Malo.

Para Ribadeo se fue Luis Barrero con, al menos, un par de panes (los de kilo costaban 7 euros; los de medio, 4) y las ganas de plantar escanda en su tierra, explicó, después de enterarse de cómo va un cultivo que, pese a tener gran arraigo en Asturias, ha ido a menos en los últimos años.

En evitar su desaparición y aumentar las plantaciones anda desde hace unos años la Asociación asturiana de productores de escanda (Asapes), con sede en Grado y que ayer pudo presumir de celebrar el certamen con gran éxito de público y ventas.

Y quizás también podrán celebrar, dentro de un tiempo, que otros muchos, como Luis Barrero, hayan decidido plantar escanda. "Hoy se vende muy bien y la gente se interesa mucho por el cereal", constató Carmen Fernández, de la veterana panadería moscona San Pelayo. En su caso, las hogazas costaban a 5 euros, y también tenía a la venta panecillos con chorizo, a 0,75 cada uno. A última hora de la mañana, pocos panes quedaban en los puestos.

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