Siempre lo decía mi madre: "A lo bueno acostúmbrase uno pronto". Si en los buenos tiempos eres un ayuntamiento que gana mucho dinero y actúa a salto de mata sin planificar y complaciendo aquí y allá a los vecinos de uno y otro lado, especialmente de los sitios más conflictivos o con más vecinos-votantes, con equipamientos, recursos y demás, cuando quieras echarte atrás y empezar a planificar y administrar bien las cosas va a ser muy difícil que lo hagas.

El ejemplo ha sido el cierre del centro deportivo de Leceñes. No es lógico que entre Carbayín y Valdesoto haya cuatro centros deportivos. Mejor dicho, ahora sí lo es, porque ya están hechos y a lo bueno todo el mundo se acostumbra. No era lógico cuando los hicieron, pero entonces había mucha pasta y poco cerebro.

El caso es que hoy, los que quieren que todo siga igual tienen razón, porque hasta ahora estaban muy a gusto, y quienes quieren racionalizar mejor los recursos también la tienen. El problema es que ambos deseos son incompatibles. Las decisiones erróneas vienen de atrás, y no tenemos un Marty McFly que viaje al pasado para pedir más sentido común. Hay que lidiar con lo que tenemos.

Un ejemplo estupendo es La Fresneda. El municipio más disperso del planeta tierra, con un porrón de núcleos a los que atender permitió -por hacer caja, para qué nos vamos a engañar- no sólo que naciera otro pueblo más, sino que creciera hasta convertirse el tercero en población. Y como ya teníamos pocos centros culturales, centros de estudios, polideportivos y centros de salud, nos permitimos el lujo de tener que mantener otros tantos más en una localidad nacida de la nada.

Todo esto no es achacable, por supuesto, a los vecinos. Ellos se fueron a vivir a un lugar que les parecía atractivo, ese lugar creció, se hicieron fuertes y comenzaron a pedir cosas. Dicen que pagan sus impuestos igual que los demás, pero en realidad esa no es la cuestión. Es cuestión de número. Son muchos y eso aumenta su fuerza para ser escuchados. Si fueran cuatro gatos tendrían un local de reuniones y poco más, como casi todos los sitios en los que hay cuatro gatos. Es la eterna falta de idea de concejo la que hace que pasen estas cosas. Esto en parte es malo pero también tiene ese fondo de cachondeo que nos hace únicos en el mundo.