Beatriz Martínez Sordo, vecina de Tiñana, lleva desde su adolescencia compitiendo al tiro al plato. Recientemente se ha proclamado subcampeona del mundo en la modalidad de foso universal.

-¿Cómo da con un deporte tan minoritario?

-Mi padre tiraba al plato por aquí y empecé a acompañarle. Con doce o trece años me compró una escopeta empecé a tirar, me empezó a gustar. Yo nunca había visto a una chica tirar al plato. Me llevó a una competición a Pontevedra y la gané. Tenía 15 años y a partir de ahí empecé a hacer competiciones del circuito nacional, entré en el equipo nacional de foso universal con 16, tiré en el campeonato del mundo y quedé cuarta. Eso fue el descubrimiento. Al final te metes en un mundo que te gusta y sigues.

-¿Le afectó negativamente ser mujer?

-Al contrario, yo era la pequeña del campo de tiro y me apoyaban y hacían todo lo posible para que tirase. Era la novedad. A nivel nacional e internacional es más normal ver mujeres, pero en Asturias estaba yo. Había alguna chica más pero no siguieron.

-Como deporte minoritario, imagino que le costará dinero.

-Sí. Es complicado, gastas dinero y por mucho que ganes no llegas a compensarlo. En España hay solo dos personas que viven del tiro pero porque llegan a un nivel tan sumamente alto que consiguen becas de ayuda al deporte olímpico, pero las tienen que conseguir en campeonatos del mundo e incluso ellos lo pasan mal cuando tienen una mala racha.

-¿Cómo cree que está considerado su deporte?

-Yo creo que no está bien visto pero por desconocimiento. Por el hecho de que llevas un arma ya da mala impresión. Pero un arma puede ser cualquier cosa. Un coche mal utilizado es un arma, un palo de golf es un arma, o montar a una chavalita de diez años en un caballo puede ser más peligroso incluso que lo que yo hacía con doce o trece. Es un deporte bonito, pero no se conoce. Yo siempre quise promocionarlo. Pero es complicado. No hay posibilidades de mostrar lo que haces, por ejemplo, en una escuela. El problema, además, es que es un deporte caro. En otros sitios como Italia tienen escuelas de tiro de las que sale una cantera de tiradores. Nosotros tenemos calidad pero no tenemos esas posibilidades.

-Y también hay reticencia con los campos de tiro.

-Yo siempre digo que hay muchos terrenos que pueden ser empleados para hacer campos de tiro. Pero se da la situación de que los campos de tiro se hicieron antes que las casas, muchos de ellos, y después cuando construyen las casas hay problemas de ruido. Yo creo que siempre puede haber terrenos en los que se puede hacer. No tienen por qué estar cerca de las viviendas. Es una pena que se cierren campos porque no salen jóvenes. A la larga, este deporte está muy envejecido.

-¿Cómo se trabaja su disciplina?

-Nosotros básicamente trabajamos la técnica de los encares, la disposición para la salida del plato, de visión. Físicamente no es exigente. Solo necesitas un físico lo suficientemente bueno para que, si te haces un viaje a Australia, tengas una mejor recuperación, o también para aguantar 12 horas en el campo de tiro en las competiciones, para estar bien. Pero nada más. La prueba está en que puedes competir con 13 años y con 70.

-¿Cree que ha cambiado el pueblo de Tiñana desde que usted era una niña?

-Sí. Antes era más casero, había menos coches, menos gente que no conoces del pueblo. Es una zona de sidra, y ves mucha gente que va a los lagares. Antes éramos cuatro casas, e ibas caminando a casa del de al lado. Ahora hay muchos vecinos que no conoces. Un caso muy curioso, en Granada compitiendo, veo un padre y una hija, los saludé y me dijeron que eran de Tiñana. No los conocía.

-Y eso no fue siempre así.

-Claro. Ahora la gente llega y se va en el coche a trabajar o a hacer la compra. Antes había más vida. Ibas a coger los caballos o a la hierba. Ahora ya no hay tanto contacto. La gente estudia en Oviedo, hace vida fuera. Muchos no nos conocemos. Yo reconozco que me gustaba más antes. Soy muy de pueblo. Por eso cuando paso tiempo fuera lo echo mucho de menos. Me tira mucho la tierra.