Las desgracias sobrevienen de golpe y sin avisar. Uno se levanta para comenzar un nuevo día sin tener ni idea de que puede ser el último de su existencia. No importan la edad ni los proyectos de vida que aún queden por construir porque el destino es capaz de triturarlos como finas tiras de papel. Y si no, que se lo cuenten a la familia de Susana Martínez Montes, que ayer fue enterrada en Priandi (Nava), después de que la muerte cercenara el lunes su vida a los 33 años. Se la truncó a ella y a los suyos.

Hace unos días que había vuelto a ser madre. La vida les había regalado a ella y a su esposo, Marcos Orviz, coordinador municipal de Deportes, a Alba, una hermana para Pablo, el primogénito. Según relatan sus allegados, se encontraba en casa, amantando a su bebé, cuando la aorta se rompió. Su madre falleció hace unos años por similares motivos. Poco pudieron hacer los médicos en el Hospital Universitario Central de Asturias para salvarle la vida.

La noticia corrió como la pólvora el lunes en Nava, causando una conmoción general entre sus vecinos. Muchos la conocían también porque había trabajado en un supermercado local. No podían creerse lo ocurrido porque Susana Martínez tenía aún mucho por vivir. Pero el destino se empeñó en romperle sus sueños y los que compartía con su familia.

Para su viudo no habrá consuelo, a pesar del gran cariño que sus familiares, allegados, amigos y vecinos le están brindando estos días. No lo hay. Aunque tiene dos razones muy importantes por las que seguir luchando y que le ayudarán a superar el día a día: Alba y Pablo. Ella no ha cumplido el mes; él tiene cuatro años y medio.

"La muerte siempre es una noticia que impresiona, y con esta edad, más", reflexionó Leocadio Redondo, cronista oficial de Nava. Ángel Pruneda destacó que son una "familia unida" y eso les ayudará a sobreponerse. Karim Vázquez viajó desde Pola de Lena para arropar a su amigo Marcos Orviz. Todo apoyo es poco.