El empresario Jorge Sandoval, nacido en Oviedo pero afincado en Siero, ha acordado la compra del monasterio del Pico de El Cueto, en Lugones, a la orden cisterciense que ocupó las dependencias hasta el año 2006, cuando la media docena de monjas que quedaban se trasladaron a Santo Domingo de La Calzada, en La Rioja.

Sandoval es un empresario cuya actividad se centra especialmente en el sector del transporte, aunque también cuenta con negocios en la construcción y en la hostelería. Concretamente cuenta con seis establecimientos hosteleros en Colloto y el año que viene tiene previsto abrir otros en Valencia de Don Juan de cara al próximo año.

Su objetivo es convertir el monasterio en un establecimiento hotelero y hostelero que pueda albergar grandes celebraciones, así como organizar visitas por los muchos elementos de interés con los que cuenta el edificio, entre los que hay bastantes vestigios de la Guerra Civil. "Actualmente el edificio se encuentra totalmente en ruinas y necesitaremos dos años o algo menos para poder ponerlo en marcha", comenta el empresario.

En lo que respecta al precio de la operación, Sandoval prefiere no desvelar la cuantía de la misma, pero deja claro que la cantidad es menor a la exigida hasta hace poco por la congregación religiosa. "Está bastante por debajo de los 650.000 que exigían hasta hace poco", admite.

Asegura que su intención no es hacer una inversión demasiado grande, pues pretende obtener rentabilidad a medio plazo para hacer posible la sostenibilidad del equipamiento. "No queremos hacer unas obras sobredimensionadas que después dificulten el mantenimiento", apunta el empresario, que tiene muchas esperanzas en que esta nueva aventura empresarial tenga buen resultado. "Los bares que existen en Lugones, en su mayoría, no tienen grandes dimensiones y pensamos que podríamos llenar un importante vacío en la oferta", señala.

Del mismo modo, admite que el hecho de apostar por Lugones tiene algo de sentimental, pues dice sentirse muy identificado con la localidad sierense y llevaba tiempo meditando hacer alguna inversión de envergadura en el lugar. "Viví un tiempo en Lugones de pequeño y más tarde trabajé durante tres años como cartero por la zona, así que tenía ganas de volver a tener algo allí", confiesa.

La venta del monasterio supone una oportunidad para su rehabilitación después de muchos años de deterioro causados por robos y actos vandálicos, así como debates sobre su uso, que incluso llevaron al que fuera concejal de Conceyu, Rafael Rodríguez, a plantear su compra por el Ayuntamiento.