"¡Es una vergüenza! ¿Cuánto tarda en venir el autobús desde la Texuca aquí? ¿Dos minutos? Y puede dar vuelta bien", argumenta Agustina García. Es la abuela de Alba Montes Sánchez. Como el resto de la familia está indignada desde que a su nieta, de 12 años, la dejaron sin la parada del autobús escolar, junto a su vivienda en El Cuitu, en la parroquia yerbata de Suares al empezar al Instituto de Nava. Ahora ha de ir a otra parada, en Suares, a 2,5 kilómetros, pero ella utiliza otra más cercana y más accesible, en la Texuca, aunque la familia lucha por recuperar la de toda la vida, frente a la casa.

Fue la que usó mientras cursó primaria en el colegio de Martimporra (Bimenes). Ahora le dicen que su parada es la de Suares, que le queda aún más lejos que la de la Texuca, la que ha optado por usar. Si va a Suares por la vía más corta, tendría que caminar por una senda empinada y sin luz: si va por la carretera, tiene una distancia de 2,5 kilómetros por un tramo también sin alumbrado y sin arcén, explica su madre, Maeva Sánchez.

Pero acudir cada mañana, a las siete, desde el Cuitu hasta la Texuca tampoco es la solución porque ha de recorrer kilómetro y medio, de noche en invierno, otros días lloviendo, sin luz ni arcén y cargando con su pesada mochila llena de libros y libretas. Su familia insiste en que le devuelvan su antigua parada.

Amada Noval, además de vecina de la niña, es familiar y fue presidenta de la federación de asociaciones de padres "Miguel Virgós" de Asturias. "Queremos sensibilizar a la administración porque aunque la ley establece una distancia de 1,5 kilómetros para disponer de transporte, ésta es una situación especial", apunta. "No es una alumna nueva. Es una parada que siempre existió porque era la que utilizada cuando iba al colegio a Martimporra".

A las 8,30 horas comienzan las clases en Nava, así que el autobús llega a las 7,30. Si tiene que ir caminando ha de salir a las 7 de casa. Su madre se las tiene que apañar para cambiar los turnos de trabajo y llevarla a la parada de la Texuca: y si no, son sus abuelos quienes se encargan. "Lo malo es cuando llueva y sea de noche", lamenta el abuelo Vicente Montes.

Su madre explica que ya ha trasladado el problema al centro, cuyo director acudió a ver la situación personalmente, y al consorcio de transportes. El alcalde, Aitor García, también está intentando que Alba Montes recupere su parada.