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Las caras del ERE de Fahime

"Vamos a por todas", claman los 92 trabajadores de la factoría de Logrezana, la mayoría al borde de la jubilación o con edades superiores a los 50 años

Algunos de los trabajadores concentrados ayer en la factoría carreñense. M. G. S.

Son 92 trabajadores, la mayoría gijoneses y avilesinos, tienen entre 27 y 61 años de edad, y llevan diez días de encierro en el polígono industrial de Tabaza. La empresa Fahime, dedicada a la fabricación de bienes de equipo para el sector hidráulico y mecánico, les ha puesto esta misma semana de patitas en la calle. Con la carta de despido en la mano, ninguno de ellos está dispuesto a tirar la toalla. "No tenemos nada que perder, vamos a por todas", dicen en el interior de unas instalaciones que son punteras en Europa y en las que los inversores ya han puesto el ojo. De hecho, los empleados tienen "la esperanza" de que en los próximos días una empresa compre la fábrica y mantenga los puestos de trabajo. "Ese es nuestro objetivo y por él estamos dispuestos a pasar aquí las Navidades", confiesan.

Los ánimos están por las nubes. Pero eso no quita que los afectados se sientan indignados con la dirección de la factoría. "No hace falta ser muy listo para llegar a la conclusión de que estamos en esta situación debido a una mala gestión. Nunca nos faltaron obras y en los últimos meses se dejaron de hacer presupuestos", lamenta el candasín José Ramón Rodríguez, quien lleva 26 años trabajando como soldador en la planta carreñense. La sensación que reina en la plantilla es de incertidumbre. En especial para los quince trabajadores que en los próximos meses se acogían a la prejubilación.

Avelino García, "El Gallo", ya contaba los días que le quedaban para despedirse del tajo: el 12 de diciembre. Se quedó a las puertas. "Ya estaba pensando en ello, deseaba que llegase y ahora nada, tendré que estar dos años en el paro y luego jubilarme", detalla este vecino de 61 años, con residencia en Trasona (Corvera), aunque natural de Naveces (Castrillón). Igual de delicada es la situación que atraviesan otros trabajadores, con edades superiores a los 50 años. Son conscientes de que su futuro laboral es negro, por eso se niegan a ver la fábrica sin actividad. Más aún cuando se trata de uno de los pocos talleres -sólo hay tres más en España- que realizan montajes para el sector hidráulico. "Tenemos como clientes a las industrias más importantes de Europa. Y eso no sólo nos beneficiaba a nosotros, sino a los negocios del entorno. Porque toda obra que no podíamos asumir, la llevaban a cabo las empresas de la comarca", explican. Por tanto, el cierre de Fahime podría pasar factura a otras plantas de Carreño. De ahí que la alcaldesa del concejo, Amelia Fernández, haya brindado todo su apoyo a los trabajadores -ofreció fraccionar la deuda del agua que mantiene la fábrica con el Ayuntamiento-; un apoyo que los propios empleados agradecen, al igual que el recibido por parte del Gobierno autonómico. El director general de Industria, Ángel Colunga, se comprometió a poner en marcha una ronda de contactos con las empresas interesadas en adquirir Fahime con el fin de frenar los despidos.

Mientras, los trabajadores menos veteranos ya piensan en su posible salida a otras plantas. "Los soldadores estamos bien valorados fuera, así que trabajo hay. Además, en los últimos años el metal repuntó y hay mucha demanda", asegura José Ramón Rodríguez, de 48 años, que cree que todavía tiene "mucha batalla" que dar en la industria.

Sin embargo, el gijonés Secundino Fernández, de 43 años, sostiene que las ofertas laborales que hay son malas. "Los turnos son muy extraños y las horas de trabajo superan las diez", precisa. Una razón más para seguir con el encierro en las instalaciones de Fahime, que, de momento, tiene carácter indefinido.

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