La calidad del agua de la ría de Villaviciosa es un problema de largo recorrido. Y aún le queda camino por delante. Fue el pilar de una campaña de "Cubera" para proteger el estuario, en los años ochenta del siglo pasado, y aunque el estado general de las aguas ha mejorado, sigue habiendo contaminación (urbana, industrial, ganadera) en tanto no se ha completado el saneamiento de sus márgenes. Es una asignatura pendiente que baja la nota de un humedal adornado por múltiples figuras de protección, lastradas también por infracciones (gente pisoteando en verano la zona de uso restringido de El Bornizal), malas prácticas (cazadores azuzando sus perros contra los jabalíes en el porréu de Sebrayu) y abandonos (cárcovas en ruinas, que permiten una entrada descontrolada de agua en los porreos, que ría arriba genera inundaciones, y una incipiente invasión de hierba de la Pampa, a la que se está dejando paso franco).
