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A la vaca se le atraganta la manzana

El ahogamiento hace días de una res que se escapó a una pomarada en Siero pone de relieve la trampa mortal que puede suponer el fruto para el ganado

Alberto de Dios con varias manzanas, en su cuadra, junto a sus vacas. LUCAS BLANCO

Ni las vacas se libran del pecado original. Si no, que se lo digan al joven Alberto de Dios, un vecino de la localidad sierense de Tablao, en la parroquia de Valdesoto, al que se le murió una de sus vacas hace escasos días por el ahogamiento que le produjo la ingesta de las manzanas de una pomarada. Un suceso más habitual de lo que a veces se cree y que hace casi incompatibles a dos símbolos de nuestra región como son la manzana y el ganado.

Los hechos sucedieron tan rápido que el joven de 24 años y su familia poco pudieron hacer. Alentadas quizás por el olor provocado por sus dueños en un lagar familiar, a las reses se les antojó probar la preciada manzana local e invadieron una pomarada próxima a sus pastos. Nada más percatarse, los dueños las recogieron, pero una de ellas, de tres años de edad, comenzó a tener problemas. "Respiraba mal y se la veía muy incómoda", cuentan.

Ante tales problemas, los propietarios acudieron al veterinario, el cual se desplazó hasta el lugar. Tras intentar dar con los frutos manualmente, éste utilizó una sonda con la que consiguió aliviar al animal. Si bien creyeron que el problema estaba resuelto, al día siguiente la vaca apareció sin vida. Una vez realizada la autopsia se descubrió que una manzana que se le había atragantado en el esófago había sido la causante del fallecimiento. La explicación a la mejoría por la utilización de la sonda fue que ésta atravesó el fruto y facilitó la respiración del animal, pero una posterior inflamación del cuello provocó el fatal desenlace.

Una lastimosa pérdida que el dueño achaca a la mala fortuna, si bien destaca que no se trata de un caso excepcional. "Es sabido que las manzanas son un peligro para el ganado, pero en mi caso nunca nos había pasado algo así", comenta con resignación, a la vez que sugiere ideas para que los animales disfruten con seguridad de las propiedades de la manzana. "Nosotros siempre les damos la magaya o bien se las picamos", explica el joven ganadero, que ahora cuenta con cuatro vacas y un ternero en su cuadra.

Sobre las pérdidas económicas, reconoce que son dolorosas, si bien se muestra aliviado por el hecho de contar con un seguro para la incineración del animal. "A veces pensamos que pagamos seguros para nada y mira por dónde cuando menos te lo esperas es cuando te hace falta", reconoce.

De todos modos, confía en que este suceso sirva al menos de lección para tratar de evitar capítulos similares en el futuro. Asimismo, confía en que su mala experiencia sea tenida en cuenta por otros ganaderos que, a veces por despiste y otras por confianza, dejan a sus animales pastar a sus anchas por las pomaradas. Una práctica que, según varios profesionales del sector, se cobra un número considerable de ejemplares, no sólo de ganado vacuno, sino también del ovino, el caprino y el equino.

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