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Una parroquia que renace del barro

Ables, que abasteció de material a la fábrica de cerámica de Guisasola y acogió también numerosas ganaderías, es hoy una zona residencial

Una parroquia que renace del barro

La parroquia de Ables ha renacido del barro. Situada al sur de la capital del concejo de Llanera y actualmente con algo más de trescientos habitantes, hasta mediados del siglo pasado su vida estuvo marcada por la actividad industrial del entorno. "Había gente de la fábrica de explosivos, de la de metales, de muchas empresas que había por aquí", explica un vecino, Eduardo Martínez. Él mismo trabajo durante años en la industria.

Pero, sin duda, la que más marco la vida de la parroquia fue lo que se conoce como La Barrera. Una mina de barro que abastecía a la fábrica de Cerámicas Guisasola, situada en la vecina parroquia de Cayés. "Bajaban el barro en cestas, por un cable desde lo alto del Cierru de Gallos hasta la fábrica", cuenta Carmen Díaz Fernández, que vive hoy en una casa en la zona.

Y se acuerda de cómo ella misma y las familias del entorno utilizaban las cestas que transportaban el material para mandarles la comida a los trabajadores. "Pero siempre había alguno que se subia a las columnas y les robaba las cestas", asegura Eduardo Martínez.

El caso es que de aquella actividad apenas quedan restos. El más llamativo, lo que familiarmente llaman "la Charca" y que de forma más oficial se suele denominar laguna de La Barrera. Cuando se abandonó la mina, el agua colmó buena parte de los huecos que dejó.

Así se formó la laguna. Y el resto, lo rellenaron para construir casas. "Aquí, alrededor de mi casa, era todo barro; ahora haymuchas casas nuevas", asegura Carmen Díaz. Ése ha sido el gran cambio de la parroquia. Ahora es un lugar eminentemente residencial. "Hay incluso gente que no la conocen, aunque lleven aquí varios años", dice Enedina García.

El cambio más sustancial ha sido ése. Antes se hacía mucha vida en la parroquia. Llegó a haber hasta tres bares y ahora no hay ninguno. Y también se ha notado un enorme declive en la actividad agraria. "Antes había ganaderías, que eran pequeñas pero daban para vivir; pero, poco a poco, se ha ido haciendo más residencial ", explica Fernando Suárez, miembro de la asociación de vecinos de la parroquia, que es la que se encarga de que no desaparezca la actividad vecinal en la zona.

Esa evolución hacia un carácter más residencial parece una consecuencia lógica de los nuevos tiempos. "Aquí estás a un paso de todo; en diez minutos estás en el HUCA, estás al lado de Oviedo, a un paso de cualquier lugar; lo único malo es que no tenemos una línea de autobús que pase por aquí; tienes que ir hasta Posada", señala Vicente Llamedo, miembro de la asociación.

Entre los pequeños tesoros del pueblo están la fuente y el lavadero, que para Vicente Llamedo son un símbolo de la unión del pueblo, al igual que un potro de herrar que está pendiente de colocación. "El pueblo luchó mucho en su día para tener este servicio, lo mismo que el lavadero; de ahí que nosotros hayamos solicitado que se recupere, como un símbolo de la parroquia", explicó.

Ables celebra en junio las fiestas de San Juan y ha recuperado el último domingo de agosto la jira campestre, que ha transformado en una paella para 500 comensales en el recinto ferial. Una forma de seguir haciendo pueblo.

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